“Lo que espero es hacer una campaña decente, civilizada, que fortalezca la democracia dominicana. Ese es nuestro deseo”. Esta excelente proclama-compromiso que hace Luis Abinader Corona, presidente de la República y casi inminente candidato presidencial del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y aliados, Luis Abinader Corona, debe ser valorado.
Satisface que desde el pedestal político gubernamental, en la voz del primer mandatario de la nación, sea externada esa voluntad, en torno a la cual ha girado la expectativa de los electores, desde los inicios mismos de nuestra todavía incipiente democracia.
No cabe dudas de que el presidente Abinader está en sintonía con la histórica necesidad de “adecentar” el ejercicio político partidario, cuyas pasiones suelen desbordarse, sin límites, en las campañas electorales.
Esos desbordamientos provocan todo tipo de cuestionamientos y rechazos por parte de la población y se han convertido en caldo de cultivo para que personas con niveles, calidades y cualidades adecuadas prefieran abstenerse de participar en actividades político partidarias, independientemente, de la vocación de servicio, disposición y deseos que puedan tener para ello.
La gente quiere modos distintos de hacer las cosas y el adecentamiento de la actividad político electoral, constituiría un importante escenario para la demostración de que no solo el presidente Abinader ha asumido el compromiso y el deseo de que así sea.
Una golondrina no hace verano y, obvio es, en vano sería que solo uno de los múltiples actores del espectro político electoral, asuma esa línea, aunque por su posición de presidente de la República tiene el mayor peso en ese sentido.
Los miembros del Partido Revolucionario Moderno (PRM), que lidera Abinader, y sus aliados, deben alinearse en el mismo lado en el que se ha colocado el mandatario e inminente candidato presidencial 2024-2028, para que su compromiso y deseo, pueda surtir efecto.
Pero, también, debe hacerlo la oposición política, cuyos principales partidos están encabezados por figuras de alto relieve nacional e internacional que, además, han tenido la oportunidad de ocupar en más de una oportunidad la Jefatura del Estado.
Concomitantemente con el compromiso que deben asumir los partidos políticos y sus dirigentes y militantes, por la decencia de la campaña electoral, todos, todos, sin que tenga que mediar ninguna firma de acuerdo, a los que yo nunca le he tenido confianza, deberían empezar a pensar y a actuar en forma diferente.
Parece que es difícil para algunos asumir el concepto atribuido, en forma errónea o no, a Albert Einsten, de que “locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”. Es como si se pretendiese llenar de agua o cualquier otro líquido un barril sin fondo.
La sociedad dominicana debe evolucionar hacia estamentos de crecimiento y desarrollo institucional, en torno a los cuáles en los últimos tiempos, ya se han hecho pininos. Empero, falta mucho más por hacer.
Cualquiera que aspire a un país inclusivo, organizado, desarrollado y creciente estará de acuerdo con el presidente Abinader sobre la necesidad de que la campaña electoral sea “decente, civilizada y que fortalezca la democracia”, por el bien y para el bien de todos. ¡Lo apoyo, presidente!