Cada día recrudece la campaña de odio contra los inmigrantes haitianos y sus descendientes nacidos en el país.
Esa campaña es promovida por el gobierno a través de varios de sus funcionarios.
Las pretensiones del gobierno son, primero, distraer la atención de los graves problemas que padece el país debido a la implementación de una política insostenible basada en la inversión pública vía el endeudamiento externo e interno, y segundo, imprimirle base ideológica al proselitismo político para las próximas elecciones del 2016, tal y como lo hicieron los nazistas, encabezados por Hitler, quienes inculcaron la ideología anti judía en el pueblo alemán, que trajo como consecuencia el holocausto de los judíos y en gran medida el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
La campaña de odio anti haitiana es extremadamente irresponsable y peligrosa, porque la misma está cimentada en un barril de pólvora de consecuencias impredecibles.
¿Por qué es un barril de pólvora? Porque de esta campaña malévola se desprenden varias posibilidades. Primero, puede reeditarse la matanza trujillista de 1937. Segundo, puede “balcanizarse” el país en una guerra étnica sin precedentes. Tercero, pueden aumentarse las tensiones entre ambos países a un grado tal que degeneren en acciones militares.
La campaña de odio anti haitiana es huera, porque el gobierno no demuestra interés en resolver el problema de la inmigración ilegal, poniendo en práctica una política de organizar y desarrabalizar los puestos fronterizos y una vigilancia eficaz de la frontera dominico-haitiana.
El gobierno es cómplice y fomenta la inmigración ilegal porque los braceros haitianos son el sostén de la industria de la construcción, de la industria azucarera, de la producción cacaotalera y cafetalera, etc., lo que pone en evidencia la debilidad y la doble moral del gobierno en su campaña de odio anti haitiana.
Contrario a sus expectativas, al gobierno le ha “salido el tiro por la culata”, porque lo que han logrado es desprestigiar al país internacionalmente y recibir varias condenas de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos por su práctica de promover el odio e implementar una política racista con ribetes fascistoides.