Desde hace unos 20,000 años, durante la cuarta y última glaciación de la era cuaternaria, el hombre vagaba por la tierra en busca de caza y recolectando frutos, hasta lo último de la tecnología de un nuevo ‘chip’, Dios ha estado presente en la vida del hombre.
Él es el soberano Dios que reina por los siglos de los siglos, Él es el mismo ayer, hoy y siempre. Él está reinando en su trono de generación en generación mirando la humanidad, nunca ha estado lejos del hombre. El hombre es quien se aleja de Dios, por su condición egoísta.
No importa el nivel de desarrollo que el hombre haya alcanzado, Él lo a convidado a tener comunión con Él. Dios dice en su Palabra: “A todos los sedientos: venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche”. Isaías 55:1.
Esta es la invitación que nos hace hoy el Señor a todo nosotros, que a los que están afanosos por el afán de la vida, a los tristes, venid, a los enlutados, venid, a los pobres de espíritu, venid, a los quebrantados de corazón, venid, a los alcohólicos, venid, a los drogadictos, venid, a los sedientos, venid, a los ricos, venid, a los pobres, venid, a los sabios de este mundo, venid, a los grande de este mundo, venid. Cuando venimos a Él, encontramos sanidad, vemos su amor y su perdón, somos transformados, podemos palpar la protección de Dios en nosotros, nuestras vidas comienzan a ser como un arcoíris, llena de colores para embellecernos.
Oigamos la voz de Dios para que puedan vivir nuestras almas.