Un TLC para la seguridad

Un TLC para la seguridad

Un TLC para la seguridad

Federico Alberto Cuello

Conquistar la seguridad económica será el legado más perdurable de la pandemia.
Las perturbaciones sufridas en el transporte marítimo están forzando a las empresas a descentralizar sus operaciones de fabricación.

De ahí el flujo incontenible de inversiones en las zonas francas dominicanas.
Tanto los combustibles convencionales como los minerales críticos para las energías renovables se están utilizando como armas económicas.

De ahí la inflación energética y los retrasos en las entregas de productos terminados.
El acceso al mercado de ciertos países se está manejando de manera errática, en función de políticas de contenido nacional que no habrían podido ejecutarse si la OMC se respetase.

Por si fuera poco, el regreso de la geopolítica fragmenta las cadenas de suministro, realineando alianzas y desplazando inversiones masivamente, con claros beneficiarios en la zona del Indo-Pacífico.

La India, por ejemplo, es un suplidor cada vez más importante para Apple, mientras que Vietnam es ahora el principal receptor de las nuevas inversiones coreanas.

Salir airosos de este escenario será solo posible logrando la seguridad económica. Por ello es la principal prioridad de política exterior en Corea.

De ahí que el 2022 cerrara con el anuncio de Ahn Duk-geun, ministro de comercio coreano, de que su país promoverá durante 2023 la firma de más de diez tratados de libre comercio, con miras a “fortalecer la cooperación en las cadenas de suministro”, “potenciar el momentum de su crecimiento económico y diversificar su portafolio comercial” (https://www.koreatimes.co.kr/www/nation/2023/01/120_343395.html).

El anuncio del ministro Ahn fue precedido por la invitación presentada en noviembre a la RD por el primer viceministro de exteriores coreano, Cho Hyundong, de negociar un nuevo TLC con su país.
La invitación coreana es una oportunidad de negociar un TLC para la seguridad económica, que debe cimentar las posibilidades de industrializar nuestros minerales críticos, como bauxita, ferroníquel y zinc.

Debe potenciar una economía circular, donde no se hable más de basura sino de recursos reintegrados a la producción, llámense aceites, baterías, cartón, envases o de cualquier otro tipo.
Debe acelerar nuestra capacidad para atraer nuevas inversiones en sectores estratégicos, como biofarmacéuticos, dispositivos médicos y electrónicos.

Debe resultar en un reordenamiento multimodal del transporte que nos convierta en el centro logístico de las Américas.

Debe propiciar la transición energética, con miras a lograr la autosuficiencia en base a recursos renovables como el agua salada (fuente de hidrógeno y de litio), el aire y el viento.

Debe incentivar la descarbonización de los sectores productivos y los hogares, y así cumplir con el Acuerdo de París sobre Cambio Climático.

Y por supuesto, debe abrir mercados para nuevos productos dominicanos, y así compensar el déficit comercial que tenemos con Corea, país que aún sin TLC ya nos vende sus productos y servicios sin dificultad.
La RD será así un suplidor confiable que agrega valor, con un mercado aún más seguro, el de mayor crecimiento de las Américas desde 1992 y el de la localización óptima para descentralizar la producción.

Un TLC para la seguridad económica renovará nuestro patrón de desarrollo y nos permitirá seguir creciendo cuando otros siguen sufriendo secuelas del Covid-19.