Un tema de ultratumba

Un tema de ultratumba

Un tema de ultratumba

Renaldo Bodden

Retomo el tema porque el viejo amigo Roberto Peguero, desde San Luis, Missouri, me advierte que la destrucción del ataúd de Oscar Taveras ha mantenido tanta vigencia como la muerte misma y el robo a periodistas que vinieron al sepelio.

Se ha convertido en rutinario profanar tumbas para extraer féretros cuando son de madera preciosa o metales preciados.

También los ladrones advierten cuando los cadáveres son sepultados con joyas valiosas o costosas prendas de vestir.

Y, en consecuencia, los familiares se ven en la disyuntiva de destruir, o no, la caja, casi siempre a puros martillazos, acto que resulta impresionante -e indignante- sobre todo para los más afectados por la muerte de su ser querido.

¡Qué trance! Y surgen las preguntas, ¿dónde van a parar esos ataúdes?, ¿quién los compra? ¿Se ha investigado seriamente?, ¿y la vigilancia en los cementerios?, ¿en los privados sucede?, ¿no hay solución? ¿Hacia dónde nos llevan?, ¿soltamos eso en banda?, ¿no nos da vergüenza?

Definitivamente, la degradación nos arropa como nación. A mí que me entierren en una caja de bacalao. ¿Todavía vienen? ¡Es más digno!



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