Un sistema político confuso y en peligro

Un sistema político confuso y en peligro

Un sistema político confuso y en peligro

En el año 2019 el escenario político de la República Dominicana estuvo marcado por varios conflictos políticos y sociales en los que fueron muy evidentes tres aspectos que, según los lineamientos y estatutos partidarios, no se corresponden con la madurez que debían evidenciar los principales líderes de los distintos partidos políticos, ya que los verdaderos líderes políticos deben asumir y discutir los principales temas nacionales de manera pacífica, de manera coherente, pero, sobre todo, de manera tan clara y tan convincente que los ciudadanos puedan entender y asumir los objetivos y los propósitos contenidos en las propuestas de políticas públicas que sean presentadas de frente al próximo proceso electoral congresual y municipal de febrero próximo, y de frente al proceso electoral presidencial de mayo 2020, a los fines de que los ciudadanos puedan escoger y votar a favor de las que entiendan ser las mejores propuestas.

No obstante, el año 2020 nos encuentra en medio de un escenario político nacional muy caldeado, donde, a menos de un mes para las elecciones congresuales y municipales, muchos ciudadanos están confundidos con los raros pactos acordados entre algunos partidos políticos que ayer eran enemigos públicos, y se acusaban públicamente de los peores pecados administrativos y de las mayores incapacidades en materia de administración pública, quedando claro para la población votante que algunos pactos y acuerdos no han servido más que para desorientar y confundir a los votantes, sean estos los ya decididos (votos duros) o sean los indecisos (votos flotantes), sabiendo bien que los integrantes de este último grupo no pertenecen a los partidos mayoritarios, pero votan por quien tenga la posibilidad de ganar, o por quien tenga la posibilidad de hacer cambiar aquello que no anda bien, pero ahora todos están confundidos por no saber quién representa el bien y quién representa el mal, ni saber qué otros pactos estarán ocultos bajo una alfombra gris de intereses políticos personales que son muy contrarios a los intereses políticos nacionales.

Dentro de esa larga cadena de intereses políticos personales particulares se observa una mayor cantidad de distorsiones y falsas informaciones enviadas a los ciudadanos votantes a través de los medios de comunicación y a través de las redes sociales, donde es evidente que sectores políticos que hoy se sienten desplazados de aquellos espacios de confort que les permitieron llegar a dirigir la nación, desde donde distribuyeron entre sus principales allegados los cargos de la administración pública, hoy quieren hacer valer sus insostenibles argumentos de oposición al gobierno desde donde proceden, y, peor aún, su marcada intención de desacreditar al árbitro electoral para justificar lo que desde ya ven como un pobre desempeño electoral, en una negativa campaña que no descansa en día ni en hora, y esto es muy grave porque pone en peligro una débil democracia que ayer defendían desde el asiento presidencial, pero que hoy cuestionan desde la nunca pensada oposición radical al partido que ayudaron a fundar.

Teóricamente, la Ley Orgánica de Régimen Electoral No. 15-19, y la Ley de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos No. 33-18, son las recetas claves para solucionar los conflictos políticos, sin embargo, estamos frente a un nuevo paradigma del Sistema Político Nacional, donde tal parece que las leyes son muy buenas cuando convienen a intereses de algunos partidos políticos, y exigen cumplirlas, pero donde esos mismos partidos políticos no están dispuestos a elogiarlas ni a cumplirlas cuando no les favorecen, y estas actitudes que en estos momentos han asumido algunos líderes políticos están poniendo en juego no sólo el prestigio que habían ganado a nivel personal, sino que están poniendo en juego la sostenibilidad de la democracia y la credibilidad del Sistema de Partidos, generando fisuras que, aunque por el momento lucen ser mínimas y momentáneas, debemos prestarles mucha atención por su incidencia en las próximas elecciones congresuales y municipales de febrero, y en las presidenciales de mayo.

Estos dos procesos electorales serán desarrollados bajo negras nubes de tormentas políticas, bajo negaciones de las derrotas, y bajo objeciones e impugnaciones por parte de casi todos los perdedores que, como siempre, argumentarán que les compraron sus gentes, que dislocaron el padrón, que se compraron cédulas, que entregaron cédulas falsas a ciudadanos haitianos, que se pagó dinero para inducir el voto, que les compraron a sus delegados electorales, que les hicieron un fraude colosal en el conteo del voto manual y que se robaron las urnas, que en el voto electrónico se alteró el código fuente, que se introdujo un algoritmo que le sumaba a su adversario parte de los votos de ellos, que trajeron a hackers rusos e indios para que desde Punta Cana y desde el polígono central se alterara el proceso de cómputos de la Junta Central Electoral, y que los boletines del centro electoral fueron emitidos antes de que cerraran algunas mesas.

Es muy lamentable que en este proceso electoral abunden insultos, escaseen propuestas conceptuales, y se hayan eliminado fronteras ideológicas partidarias para dar paso libre a una migración política indocumentada que ha sido fomentada y estimulada por líderes políticos que piden a sus seguidores cruzar de un partido a otro, irrespetando la Ley que intenta frenar el transfuguismo, todo lo cual ha de contribuir a relegar y a jubilar ciertos liderazgos ya agotados, y a construir nuevos y sanos liderazgos políticos que habrán de surgir una vez concluidos estos procesos.