Un séquito de traidores

Un séquito de traidores

Un séquito de traidores

Dos flagelos que han azotado al país desde los tiempos de la Primera República son el entreguismo y la corrupción en la administración pública.

El maestro del mal ejemplo en ese sentido lo es Pedro Santana, quien siendo el primer presidente de la República convirtió al país en una provincia española a cambio de convertirse en mariscal español y asegurar que sus hatos ganaderos estuvieran protegidos a la sombra del pabellón de ese imperio.

Siguió los pasos de Santana el presidente Buenaventura Báez. Este último fue un personaje, que al igual que su predecesor, nunca creyó en la viabilidad de la República Dominicana como un país libre e independiente. Los gobiernos que presidió se caracterizaron por la corrupción, el crimen y su entrega a los intereses de Estados Unidos. Hizo todo lo posible por arrendar la bahía de Samaná y anexar el país a la potencia norteamericana. No logro alcanzar ninguno de sus objetivos traicioneros sobre todo por la actitud patriótica del pueblo dominicano.

Al final del siglo XIX, del lado de los restauradores de la República, del partido azul de Gregorio Luperón surgió la figura de Ulises Heureaux (Lilis), quien siendo presidente instaló una férrea tiranía cuya mayor distinción fueron la corrupción desenfrenada, el crimen político y su entreguismo a los Estados Unidos, país al cual también trato de arrendar la bahía de Samaná.

En 1904 el presidente Carlos Morales Languasco se sumó al séquito de traidores al pretender arrendar al imperio estadounidense la bahía de Samaná. Su gobierno fue tan servil a los intereses de ese país que pidió al gobierno de Estados Unidos que si optaba por el arrendamiento podía quedarse administrando el dinero fruto de esa operación.

Al igual que los gobiernos de referencia, tanto el de Leonel Fernández como el de Danilo Medina han reproducido las mismas prácticas en el manejo de la administración del Estado, particularmente han sido fieles a las líneas trazadas por su mentor y guía Joaquín Balaguer, que son las de entregar nuestros yacimientos de oro a las transnacionales, sin tomar en cuenta que ese es el principal recurso estratégico del país, y han permitido que la corrupción y la impunidad campeen por todos los estamentos del Estado y de los gobiernos presididos por ellos.



Johnny Guerrero

*Es abogado. Secretario General del Capitulo dominicano de la Asociación Americana de Juristas (AAJ). Miembro de: Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH); Campaña Dominicana de Solidaridad con Cuba y Foro Social Alternativo (FSA).