Un puente hacia el futuro

Un puente hacia el futuro

Un puente hacia el futuro

Víctor Feliz

La frontera entre dos naciones es una tierra de oportunidades y desafíos. En el caso de República Dominicana y Haití, compartir una frontera común ha llevado a un intercambio único de culturas y tradiciones, pero también ha traído consigo una serie de obstáculos económicos y sociales.

Entre todas las propuestas que han salido en los últimos días sobre posibles soluciones al conflicto que ha surgido nuevamente, somos de la creencia que el aumento de las partidas presupuestarias en los gobiernos locales de esta zona fronteriza es esencial para construir un futuro más próspero y sostenible para ambas naciones.

La frontera entre República Dominicana y Haití es un lugar donde las culturas se entrelazan y las vidas se entrecruzan.

Sin embargo, es también un territorio marcado por la pobreza, la falta de oportunidades y la vulnerabilidad a desastres naturales.

De casi 11 millones que somos, en las 5 provincias que suman 26 municipios apenas viven poco más de 300 mil dominicanos, los cuales, en su mayoría, están sumidos en la miseria extrema y basados en una economía de subsistencia. Para superar estos desafíos y aprovechar las oportunidades que ofrece esta región única, es crucial aumentar las partidas presupuestarias a los ayuntamientos.

Uno de los principales obstáculos para el desarrollo en la zona fronteriza es la inseguridad. El aumento de las partidas presupuestarias puede ser utilizado para fortalecer las fuerzas de seguridad locales, mejorar la vigilancia y promover la cooperación transfronteriza en materia de seguridad.

Un ambiente seguro no sólo atrae inversión, sino que también permite que las comunidades locales prosperen sin temor.

El desarrollo económico sostenible es la clave para el progreso a largo plazo en la zona fronteriza. Con un aumento de los recursos que dispone la Ley 166-03, los ayuntamientos y juntas de distritos pueden invertir en proyectos de infraestructura vital, como mercados municipales, caminos vecinales, escuelas vocacionales, empresas comunitarias, entre otras que impulsarán el comercio entre las dos naciones.

Además, programas de capacitación y educación pueden preparar a la población local para las oportunidades económicas y fomentar el emprendimiento.

La zona fronteriza entre República Dominicana y Haití es un punto de conexión crucial para el comercio internacional. Parte de los recursos puede destinarse a mejorar la infraestructura en espacios públicos, alivianando las aduaneras y contribuir a simplificar los procedimientos comerciales. Esto no sólo beneficia a las empresas locales, sino que también fortalece las relaciones comerciales entre los dos países, impulsando la economía de la región.

El desarrollo económico no debe ser la única meta. Este aumento puede dirigirse hacia programas de salud, educación y mejoramiento de viviendas. Esto mejora la calidad de vida de la población local y les proporciona las herramientas necesarias para salir de la pobreza y contribuir a su desarrollo.

Invertir en la zona fronteriza entre República Dominicana y Haití no es sólo una inversión en el futuro de estas naciones, sino también una oportunidad para la cooperación bilateral.

Ambos países compartimos intereses comunes y trabajar juntos en este esfuerzo fortalecerá los lazos entre nosotros.

Es un compromiso con el desarrollo sostenible, la seguridad y la prosperidad de una región única que merece atención especial.

El futuro de la zona fronteriza y, en última instancia, el futuro de ambas naciones depende de cómo aprovechemos estas oportunidades. Es hora de que nuestros líderes reconozcan la importancia de esta región y asignen los recursos necesarios para desbloquear su potencial. Sólo entonces podremos construir un puente hacia un futuro más brillante para todos.

*Por Víctor Feliz Solano



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