En la denominada Carta a los Hebreos del Nuevo Testamento de La Biblia, en su capítulo 11, versículo 1, se lee, a propósito de la fe de los antiguos: “Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos”.
Certeza de lo que se espera y convicción ante lo que no se ve, eso y ninguna otra cosa es la fe, que unida a la fortaleza constituyen la reciedumbre del carácter resiliente en una persona al igual que en una nación.
Ante la adversidad o el temor, ante el pánico o la tragedia, frente a los desafíos y la mengua de la esperanza, entonces, llega el poder de la fe y abre en el horizonte la cortina de luz de un nuevo amanecer.
El impacto de la crisis sanitaria y sus efectos colaterales ocasionados por la pandemia de la Covid-19 desconcertaron a la humanidad del siglo XXI, removiendo los cimientos de la civilización, el espíritu y el conocimiento.
Al cabo de prácticamente un año de desasosiego, morbilidad y muerte, el descubrimiento y aplicación de la vacuna, eso que se esperaba con fe, se va convirtiendo en evidente realidad sanitaria y científica.
En ese contexto y bajo una atmósfera pandémica el Banco Popular Dominicano quiso llevar aliento a la sociedad mediante la publicación del libro institucional de 2020 titulado “Un pueblo unido por la fe. Espacios de devoción”, de la auditoría de los doctores en arquitectura Virginia Flores Sasso y Esteban Prieto Vicioso.
Un volumen de impecable y exquisita factura gráfica, editado por Víctor Siladi y diseñado por Fractal Studio, con fotografías de este, de los autores, así como de Ricardo Briones, Juan de los Santos, Marvin de Cid y Pedro Farías, que mediante el relato de la evangelización del Nuevo Mundo recorre la historia y los hallazgos arquitectónicos y estéticos de espacios de devoción cristiana en nuestro país como las catedrales, las iglesias católicas, los monasterios y conventos, al igual que las iglesias protestantes que fueron construyéndose al acentuarse los flujos migratorios del siglo XIX.
En la presentación de la obra, el presidente ejecutivo de la entidad financiera que la auspicia Christopher Paniagua subraya, además del mensaje vivificador y esperanzador para los dominicanos, la importancia de crear, como recurso de explotación turística, una ruta religiosa con atractivos culturales y acontecimientos históricos de relevancia única en la historia de América.
Resalta también que la publicación, más allá de la belleza de sus páginas y del valor de su contenido impreso, ofrece al lector la oportunidad de interactuar con los espacios sagrados a través del recurso tecnológico de realidades virtuales aumentadas. “Vemos, entonces, que estos lugares de devoción y expresión sirven para unirnos como pueblo y canalizar la esperanza”, dice, justamente en momentos de crisis.
Por su parte, el arzobispo emérito de Santiago, monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio, imprime a la palabra prólogo la connotación de puerta, estableciendo, en clave de lectura, diez puertas para penetrar en la obra de Flores Sasso y Prieto Vicioso.
A la altura de la primera puerta establece que “independientemente de las ideologías o manera de pensar, hay que reconocer que científicamente el Cristianismo es parte de las bases y la unidad del pueblo dominicano”.
Y luego de valorar, en la sexta puerta, el vínculo entre las iglesias y la protección heroica de la patria y de la nacionalidad, arriba a la décima puerta dedicando la obra, junto a los autores, a la Virgen de la Altagracia, porque ella es “símbolo de la unidad nacional” y madre espiritual del pueblo dominicano.