Un proyecto de país

Un proyecto de país

Un proyecto de país

Nassef Perdomo Cordero, abogado.

La presentación de la propuesta de reforma fiscal ha hecho aflorar un fenómeno que debemos atender. Se trata de la costumbre en nuestra clase política de cambiar de posición, dependiendo de quién haga las propuestas.

Es necesario hacer la aclaración de que eso no es algo que sólo hacen los políticos, sino que está muy extendido en nuestra sociedad.

Por ejemplo, mi condición de abogado me ha demostrado que para muchos mi papel sólo es aceptable cuando los defiendo a ellos o sus amigos.

Sin embargo, aunque no sea algo privativo de ellos, los políticos deben hacer un examen de esta práctica, que en mi opinión causa más perjuicios que beneficios.

Cada vez que surge un proyecto de esta envergadura, sobre todo cuando se ha producido un cambio de gobierno, las declaraciones del hoy se enfrentan a las del ayer.

Tirar de las hemerotecas en este contexto es vertiginoso, no sólo porque los actores intercambian los puestos, sino también porque dicen casi exactamente lo contrario de lo que antes afirmaban o negaban.

Eso tiene como correlación directa con que, a pesar de que todos sabemos lo que hay que hacer, no hay una voluntad constante de hacerlo.

La acción de asumir responsabilidades siempre se le deja a quien ejerce las funciones de gobierno. Y esto no es sólo un problema de la oposición. Vivimos en democracia, así que los gobiernos son pasada (y futura) oposición. De tal forma que su papel en esta dinámica ha contribuido a las dificultades que se presentan ahora.

Hace más de una década, en el país se votó una Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo, que se ha cumplido sólo a medias, y en muchas ocasiones sólo sirve para escarceos políticos en los que se reclama al antecesor en el gobierno que no cumpliera lo que uno mismo estorbó. O viceversa.

Las naciones son un proyecto común, algo que los dominicanos sabemos desde la firma misma del Manifiesto del 16 de enero de 1844. En las últimas décadas hemos sido un ejemplo regional de éxito, pero no debemos perder de vista que todos los proyectos, incluso los más exitosos necesitan ajustes, correcciones y reparaciones.

Hablando francamente, esta forma de hacer política es una de esas cosas que necesitan corrección. Desacredita a ambos, gobierno y oposición, que son igualmente responsables ahora y cuando los papeles estaban invertidos.