“¡Bueno! Buen día, señol: yo kiere mandá saludo, kon mucho kariñño, para mi gente dominicano, porke son mi hermana de nasimieennto. . . ¡Nosotro ya tenemo demassiaado haitiano en ejtepaí! . . . Yo le digo a mih paisana dominicano. . .”.
Con esas y otras diversas expresiones graciosas y jocosas un nacional haitiano –pero que asume que es dominicano con el mayor desparpajo– se dirige a quienes considera sus paisanos dominicanos de las redes sociales para quejarse de la masiva inmigración de venezolanos a este país, que entiende ponen en peligro su trabajo de “. . . ligámekla, pikábdó [bloque]. . . vendiendo dique yanikeko, vendiendo alepo [arepa]”, así como pretender quitarle sus “mujeres” dominicanas.
La comunidad internacional, con sus asalariadas oenegés encargadas del tema haitiano en el país, por lo que parece esta vez proyectan vender la idea de los migrantes haitianos en este lado de la isla como una figura de transición makandaleña, que se metamorfosea en un nuevo ser, el dominicano.
Con su activa labor, tales entidades –y por extensión, el Proteo haitiano de las redes sociales– lucen desconocer el estrecho vínculo histórico de hermandad y solidaridad que ha existido entre Venezuela y Haití en las personas de Bolívar y Pétion en los tiempos de independencia en el siglo XIX. Más bien, buscan morigerar la actitud hostil del dominicano frente a la de su vecino haitiano.
El Proteo haitiano, en todo su gracejo, se propone insuflar en el ánimo de su putativo paisano que siente celos por los intereses de “su” país, la RD. Defiende su resistencia a ese nuevo “intruso”, el migrante venezolano, en esta tierra.
Nada más lejos de él el concepto de la otredad en que tanto el uno como el otro habitante a ambos lados de la isla se ven a sí mismos; nada más lejos de él el inveterado odio con hondas raíces históricas hundidas en las psiquesde dominicanos y haitianos, un odio que ya debe cesar, pero cada quien en su lado.
El Proteo de las redes sociales puede ser una expresión de las fábulas de Anansi en el Caribe en su vertiente de supervivencia, que, para subsistir, echa mano a la tabla de salvación de lo que representa su país de acogida, un país, virulentamente acosado por el chantaje de una comunidad internacional que, contra viento y marea, se ha decidido echarnos encima un muerto muy pesado, en lugar de resolver el embrollo que armó en Haití hace mucho tiempo.
Pero la grabación del Proteo haitiano relativo al tema bajo estudio no es lo único que circula en las redes sociales. Hay un vídeo que presenta el arte de una pareja de paisanos suyos, que, vista la fina estética de sus movimientos, sobre todo la del hombre, impresiona por su gracia y armonía.
Y así otras. Me resisto a creer que sean haitianos comunes. Son actores. En el caso del Proteo, lee un libreto. De ahí la grabación, para que no veamos su imagen.
Los últimos giros que están dando los magos de la fusión, están pasando a otra dimensión. Solo que es digno de recordar la suerte final de sus estrategias con Rumai, Palito de Coco, el haitiano, que terminó cual desecho estrepitosamente en un zafacón.