La dinámica de las campañas electorales en la República Dominicana ha experimentado un cambio notable a lo largo de los años.
En el pasado, estas campañas se caracterizaban por un desempeño casi frenético de candidatos y activistas políticos, con iniciativas que se consideraban poco usuales en la región.
Sin embargo, en la actualidad, la percepción general es que estas campañas han perdido parte de su vitalidad y conexión con la población.
En el pasado, las campañas electorales dominicanas se destacaban por sus consignas políticas, la clara diferenciación de colores partidarios y el bullicio de las marchas-caravanas.
Además, las grandes concentraciones en el cierre de campaña solían ser eventos de gran relevancia que capturaban la atención de la población. Sin embargo, con el paso de los años, este entusiasmo parece haber disminuido.
Podrían considerarse varias causas o razones para entender este cambio, sobre todo los elevados costos de una campaña electoral en la República Dominicana, consumiendo grandes presupuestos en caravanas, marchas o concentraciones públicas, así como en publicidad en radio, televisión y medios escritos.
Además, el día de las votaciones también compromete esfuerzos determinantes para garantizar el ejercicio del voto.
En los últimos años, han operado cambios de estrategias que se concentran más en los medios de comunicación, especialmente en el uso de redes sociales, bajo el predicamento de que su alcance es universal y a menor costo. Sin embargo, el acceso al financiamiento privado para los partidos de oposición se ha tornado menos accesible, lo que también impacta en el dinamismo de las campañas y obliga a realizar recortes de gastos significativos.
Al margen de estos elementos, muchos coinciden en que la actual campaña con miras a las elecciones presidenciales y congresuales del 19 de mayo luce un tanto apagada. Aunque las encuestas hablan de intenciones firmes en un porcentaje importante de la población de concurrir a este certamen, no se percibe una conexión real entre candidatos y electores.
Se tiene el antecedente de la baja participación en las elecciones municipales de febrero pasado, cuando se percibió una campaña un tanto más dinámica y activa por parte de los aspirantes a cargos municipales. Pero en esta ocasión, se percibe una especie de desgaste en los partidos contendientes, y aunque los candidatos formulan sus propuestas y mensajes, muchos electores no las asimilan claramente.
Probablemente, muchos de esos mensajes o propuestas no son asumidos por la población como parte de sus preocupaciones vitales, como la delincuencia común, los altos precios y la preocupante presencia de nacionales haitianos.
Se espera que en el debate del 24 de abril otros temas cruciales, como la desigualdad y la seguridad social, y reformas estructurales que realmente impacten en el bienestar de la gente y que puedan reavivar el interés de los votantes en un proceso electoral que luce prometedor pero que carece del dinamismo necesario para aumentar significativamente la participación de votantes, revirtiendo la experiencia de febrero.