¿Es que será necesario admitir finalmente que “Cada pueblo tiene el presidente que merece”?, o en definitiva coincidir forzosamente con aquellos que afirman que cuando un presidente se dirige al país que gobierna, en sus discursos subyace una frase, que aunque oculta, parece ser la que inicia cínicamente cada intervención: “!Pueblo ignorante que me escucha!”.
Estaríamos muy lejos de la realidad si luego no confirmáramos que en las próximas elecciones ese mismo pueblo es el que vuelca su voto masivamente a favor de ese mismo candidato o partido que se paso todo el período “ciego, sordo y mudo”, al igual que un piloto que conduce una nave sin decirle a nadie cual sería su destino final y mucho menos cual es el propósito del viaje.
Tienen mucha razón los que así piensan ya que un pueblo “culto y educado” no permitiría jamás que la persona escogida por él para administrar “los destinos del país”, no comunicara con puntualidad, certeza y honestidad cada uno de los pasos de importancia general que el gobierno está dando o planea dar en el futuro.
Temas de tanta relevancia para la nación Dominicana como lo son la inmigración haitiana, la explotación de nuestros recursos naturales, la seguridad social (AFP, ARS…), la deuda externa e interna del país, la corrupción administrativa, el sistema judicial entre otros, incluyendo las diez preguntas recientemente formuladas al presidente Medina por el colectivo Marcha Verde, debieran ser parte fundamental de la agenda comunicacional del presidente, ya que conforman el núcleo de problemas sobre los cuales la población merece y necesita estar informada de boca de su presidente, pero lo único que recibe por respuesta es su silencio o peor aun la apología desfasada de algún funcionario o de uno que otro conocido opinócrata a sueldo.
El silencio ha sido la norma que históricamente han utilizado nuestros mandatarios como política de comunicación con los “ciudadanos de a pie’. Pasa en la actualidad con Danilo Medina, pero pasó lo mismo en los gobiernos de Leonel Fernández y Joaquín Balaguer. Con la excepción del gobierno del profesor Juan Bosch, donde la comunicación era fluida. Aunque también hay que admitir que en las administraciones de Antonio Guzmán e Hipólito Mejía hubo ciertamente mejor nivel de comunicación.
No sucede lo mismo en otros países de la región donde inclusive los presidentes tienen programas de radio o de televisión para hablar con su pueblo y algunos permiten la interacción con el público. Desde PPK en Perú hasta el presidente Nicolás Maduro y ya antes Hugo Chávez en Venezuela. El primero tiene un programa sabatino en tv que se llama “conversando con el Presidente” donde él funge como entrevistador de sus propios ministros. Chávez tenía su “Aló Presidente’ y Maduro tiene “los domingos con Maduro” abierto a preguntas del público.
Son conocidos también lo casos del ex presidente Lula en Brasil que condujo un programa desde el 2003 al 2010 llamado “Desayunando con el presidente” en el cual él era el entrevistado. Cristina Fernández en Argentina mantenía un programa por televisión semanal, “Desde otro Lugar”, donde ella se hacía entrevistar por un periodista. El Presidente Rafael Correa en Ecuador dirigió su espacio televisivo “Enlace Ciudadano” por 10 años consecutivos en el cual discutía con el pueblo sobre sus decisiones.
Otros presidentes que utilizan o utilizaron este tipo de comunicación con sus conciudadanos fueron Luis Guillermo Solís en Costa Rica con su programa en tv “Va de Frente”, siendo él mismo el entrevistado. Evo Morales en Bolivia mantuvo también por mucho tiempo su programa radial “El pueblo es noticia” y en Uruguay el ex presidente José “Pepe” Mujica fue otro de los presidentes que hacia un programa semanal de radio que se llamaba “Habla el presidente”, hasta el ex presidente de EEUU, Barack Obama, tenía una alocución radial todos los sábados.
El presidente Medina está obligado a hablar de frente a este pueblo ansioso de conocer qué piensa y qué hace el mandatario. No es posible que con el nivel de control que posee el gobierno sobre los medios de comunicación (casi ninguno le es adverso, todo lo contrario), con la enorme cantidad de comunicadores a su servicio y disponiendo el propio gobierno de medios de comunicación, el presidente continúe su fuga ante la prensa y demás medios de comunicación, eso no debe continuar.
Es un gran error por parte de nuestro presidente el no hablar cara a cara con su pueblo y dejar la comunicación oficial en manos de desprestigiados voceros, ya sean estos oficiales o seudocomunicadores alabanciosos. Ya no es suficiente con leer unas interminables memorias cada 27 de febrero. Muy pocos realmente le prestan atención, por no decir que ni siquiera la escuchan, solo políticos, opinadores y programeros la utilizan como comidilla en sus shows. Después de esto no se vuelven a mencionar nunca más.
Vale mucho más 15 minutos a la semana de un diálogo abierto y sincero con su pueblo a través de cualquier medio radial o televisivo o por cualquiera de las redes sociales (hasta Donald Trump las usa), que tres horas de un cansado discurso cada año.
Detengase ya señor presidente, pare de huir, a fin de cuentas el pueblo dominicano no es tonto y sabrá interpretar ese silencio que usted nos deja como plato de lentejas. Algunos pensaremos que “el que calla otorga”, otros más escépticos pensarán que “el que calla oculta”.
Cualquiera de estas dos respuestas que el pueblo elija, ante la terquedad de su mutismo, será culpa de usted y sus asesores. Tan fácil que es hablar y conversar señores…