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Un presente y un futuro promisorios: el discurso presidencial

Roberto Marcallé Abreu Por Roberto Marcallé Abreu
Un presente y un futuro promisorios: el discurso presidencial
Roberto Marcallé Abreu

Resulta evidente que la presidencia de Luis Abinader bien se puede calificar como un antes y un después en las ejecutorias de un jefe de Estado

Este señalamiento no se fundamenta exclusivamente en la generosa entrega de datos, la emotividad de las palabras o en una percepción simple de cuanto supone el ejercicio del poder.

Nos referimos a la resolución de los problemas propios de la cotidianidad, aquellos de mayor trascendencia y lidiar con los insaciables y desesperantes apetitos de partidarios, seguidores, adversarios y con poderosos sectores involucrados. Supone una terrible tarea asumir la solución de los graves problemas que se presentan en un estado de cosas donde confluyen toda clase de ambiciones.

El presidente Abinader, en su discurso, dio sobradas pruebas de comprender a fondo lo que es un país como República Dominicana, y en el que gobernar se transmuta en un ejercicio complicado por la infinidad de variables a considerar.

En ocasiones cito en mis escritos textos de diversa naturaleza que nos ofrecen una idea aproximada de las complejidades de un país como República Dominicana.

De esa manera podemos evaluar la incidencia de variables que nos abren las puertas a una realidad difícil y enmarañada, sus interioridades, sus entrañas, las diversas corrientes que integran su cotidianidad y su multifacético y complejo ser nacional.

Nuestra historia ha sido difícil y accidentada. De ahí que resulta una muestra de estabilidad, equilibrio y coherencia que, tras una terrible pandemia y gobiernos que dejaron mucho qué desear, respiremos un nivel de institucionalidad, paz y coherencia definitivamente saludables sin que ignoremos los muchos problemas a los que es preciso confrontar.

No se puede soslayar o ignorar, por supuesto, que es mucho cuanto se ha avanzado, evidencia extraordinaria de lo cual fue el discurso pronunciado por el presidente Abinader el día de la conmemoración de nuestra Independencia.

Con un dominio admirable, el ejecutivo realizó una exégesis minuciosa de cuanto hemos avanzado.

Los avances son diversos, concretos y discernibles. República Dominicana es un país que se orienta de manera determinante hacia un nivel de progreso y desarrollo más que significativos. En todos los órdenes, podemos sentirnos convencidos de que las graves dificultades previas van quedando atrás.

El país está tranquilo, y los índices de progreso y desarrollo en todos los órdenes son notables. Cierto que aún nos queda un extenso camino por recorrer porque los problemas y las dificultades abundan y se reproducen a todos los niveles.

En un panorama complejo donde los problemas surgen por todo el horizonte, los dominicanos avanzamos sin detenernos y obteniendo logros crecientes en los esfuerzos por ascender a un estado de bienestar y de desarrollo perdurables.

Tal es el mensaje del mandatario. Dejamos atrás la perturbación y las graves deficiencias que confrontamos.

Avanzamos de manera decisiva y con paso firme. El discurso presidencial significa para la sociedad dominicana la sólida convicción de nuestra esperanza, nuestro progreso y la rigurosa disposición a seguir avanzando.

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