De los principales narcotraficantes dominicanos solo Rolando Florián Féliz ha sido procesado y condenado en la República Dominicana, donde estaba cumpliendo una larga pena de prisión cuando murió en su celda durante un incidente con un coronel de la Policía Nacional que trabajaba como custodia en la cárcel de Najayo.
Luego, la casi totalidad de los capos de renombres han sido extraditados a Estados Unidos, donde fueron juzgados y también beneficiados con penas leves por intercambio de informaciones.
Florián Féliz fue condenado a 20 años de prisión y estaba en camino a cumplirla cuando fue muerto en su celda tras intentar atacar a un coronel, pero durante su estadía en prisión se constituyó en el Rey de Najayo y continuaba dirigiendo su violento emporio criminal.
Luego de Florián Féliz vinieron narcos como Quirino Ernesto Paulino Castillo, Antonio del Rosario Puente (Toño Leña), Yubel Enrique Méndez Méndez (Oreganito), Ernesto Guevara (Maconi), Pascual Cabrera Ruiz y otros de esa calaña que fueron extraditados a Estados Unidos.
Todos coinciden en que lograron preservar una parte importante de sus fortunas y recibieron penas leves en comparación a la gravedad de los delitos que se le imputaban. Un caso llamativo es el de Cabrera Ruiz, quien cuando fue extraditado a Puerto Rico se le juzgó por violación a la Ley de Migración y poco tiempo después ya estaba en República Dominicana.
El famoso David Figueroa Agosto no lo incluyo en este relato porque fue arrestado en territorio norteamericano (Puerto Rico), donde fue supuestamente procesado y luego convertido en un fantasma. Siempre se sospechó que Figueroa Agosto era un doble agente al servicio de las agencias norteamericanas para infiltrar las organizaciones criminales dominicanas.
Todos estos grandes capos extraditados a Estados Unidos retornaron al país, con sus fortunas lavadas por el perdón del sistema judicial norteamericano, sin cuentas pendientes con la justicia dominicana porque para poderlos extraditar el Estado debía desinteresarse de los procesos pendientes que tuvieran República Dominicana y burlándose de quienes desde el Ministerio Público o la Dirección Nacional de Control de Drogas arriesgaron su seguridad para arrestarlos.
A cambio las autoridades dominicanas no recibían gran cosa, pues Estados Unidos le mantenía retenida informaciones sensibles suministradas por esos capos, bajo el alegato de que no confiaba (con razones) en las agencias dominicanas.
La extradición, por tanto, se ha convertido en un premio para los narcotraficantes dominicanos.
Ahora Toño Leña nuevamente está preso en Estados Unidos y hasta volvió a negociar y en lo mismo está Cesar Emilio Peralta (César el Abusador). Para lograr que la Fiscalía Federal pida a un juez condena menores a la cadena perpetua tienen que suministrar información útil. Ojalá que Estados Unidos ahora sí comparta esas informaciones para que República Dominicana tenga las herramientas para desarticular esas estructuras mafiosas.