El boxeo ha sido una de las disciplinas que más éxito ha logrado para República Dominicana en el aspecto aficionado y profesional, sin embargo, los excelentes resultados logrados por la mayoría, no han servido del todo para que las autoridades le ofrezcan la ayuda y el sitial que se merece.
Hay que recordar que la primera medalla olímpica que obtuvo el país en unas olimpíadas se la adjudicó Pedro Julio Nolasco en Los Ángeles en 1984, y de ahí en adelante, los púgiles criollos han venido haciendo historia en eventos como campeonatos mundiales, Centroamericanos y del Caribe, Panamericanos y Juegos Olímpicos, siendo el más espectacular el oro de Félix Díaz en Beiging 2008.
Ha sido el boxeo uno de los exponentes que con más gallardía han puesto “en alto la bandera nacional en playas extranjeras”, pero sus exponentes no reciben, lamentablemente, los reconocimientos que alcanzan atletas de otros deportes, ya sea de conjunto o individuales.
Para los Juegos de Tokio 2020, el país lleva una muy buena representación, que de seguro vendrá con medallas, porque sin poner de más ni de menos, los púgiles criollos han demostrado que tienen calidad de primer nivel.
El boxeo debe recibir un mejor tratamiento en términos generales, porque hasta el momento ha sido marginado en muchos aspectos, quizá producto de las raíces sociales de las que provienen la mayoría, por no decir, la totalidad de los integrantes de esas selecciones.
Lo mismo se puede decir de los púgiles que escalan el profesionalismo, que han conquistado múltiples títulos mundiales en diversas categorías, exhibiéndose como ‘’marca país” en los cinco continentes, empero, la casi totalidad de los logros que alcanzan pasan aquí sin pena ni gloria, y eso debe cambiar de una vez por toda.
El caso más recientes ocurrió la pasada semana en una cartelera televisada al mundo por la famosa cadena Showtime, donde tres de los cuatro estelaristas fueron dominicanos, los que subieron al ring con la bandera nacional en primer plano. Ello se llama orgullo patrio.