Hugo López Morrobel
Todos los años, cuando se anuncian los atletas y propulsores que fueron seleccionados al Pabellón de la Fama del Deporte, surgen críticas que en la mayoría de los casos son producto de rabietas.
Sin embargo, se han dado algunas situaciones que sencillamente no resisten el análisis más elemental, para mostrar que a veces, quizá sin querer, se producen “escapes” en las selecciones.
Lo que sí debe quedar claro es que los pataleos, con o sin razón, se producen en todas las instituciones que realizan este tipo de labor.
Los integrantes del Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano son personas íntegras hasta la saciedad, por lo que nadie, absolutamente nadie, puede señalarlos en mal ni con el pétalo de una rosa.
Los conozco a todos, y no me cabe la menor duda de que son personas con una conducta intachable y acrisolada, en todos los aspectos de su vida pública y privada.
Siempre es bueno estar alerta, porque equivocarse es de humanos, pero jamás, bajo ningún concepto, dudar de la seriedad y honradez de ese grupo de hombres y mujeres encabezados por el doctor Dionisio Guzmán.
En ocasiones he estado en desacuerdo con algunos escogidos, no porque entienda que no tienen méritos, sino porque hay otros con más tiempo de retiro que algunos de los que son elevados al pabellón en muy poco tiempo.
Nuestro respeto en todas sus partes al trabajo que vienen efectuando hasta ahora.
