En los últimos tiempos puede notarse una pasmosa corriente neo-trujillista cuyos apologistas coinciden al querer presentar al dictador Trujillo como un padre amoroso y ejemplar que, pese a sus defectos como sátrapa sanguinario y ladrón, poseía al menos ese aspecto admirable en su retorcida personalidad.
Sin embargo, existe un alud de evidencias al contrario. Trujillo fue un pésimo padre, al punto que muy pocos de sus descendientes han logrado librarse de sus malas influencias y vivir dentro del marco del respeto y la decencia.
Su primera hija Flor de Oro, en una entrevista con una revista norteamericana, re-publicada en el 2010 a manera de relato auto-biográfico con notas de Bernardo Vega, confesó cuán mala y problemática fue su relación con su papá, al punto de enemistarse con él en más de una ocasión.