Un ladrón, un ladrón!!!

Un ladrón, un ladrón!!!

Un ladrón, un ladrón!!!

«Inocente es quien no necesita explicarse»

Albert Camus

Desde quedarse dormido en la misma casa objeto del robo, hasta el inusual hecho de ser capturado por dejar la sesión del facebook abierta en la computadora de la víctima, fueron de las noticias que se produjeron en distintas partes del mundo que nos muestran el nivel de descaro u osadía capaz de manifestarse en una persona amante de lo ajeno.

Recientemente en algunos medios de comunicación nos enteramos de un hecho que podría catalogarse de inusitado, y si se quiere, cargado de osadía, aunque con un carácter más grave que los detallados anteriormente.

Nos referimos a un supuesto asalto en contra de un joven dominicano de 21 años, que además de sufrir el hecho antijurídico de manos de quienes se presume fueron sus verdugos, pasó  de ser de víctima a victimario, pues  según los relatos del propio joven, los delincuentes al ver el atraco frustrado vociferaron  que él era el atracador, provocando esto que una multitud encolerizada se acercara y lo agrediera, salvándose  el inocente por obra y misericordia de Dios.

Hoy, este joven puede vivir para contarlo, tiene la dicha de defenderse ante los medios de comunicación y de accionar en justicia en contra de todos sus agresores y de igual forma limpiar su nombre. Pero… qué  habría pasado si terminara linchado, de seguro, sus atracadores estarían sueltos, muertos de risa y su familia estuviera  enlutada tratando de quitar el estigma de un hombre que pasó  de ser víctima a un  ladrón  linchado.

En ocasiones anteriores hemos escrito sobre el peligro que representa hacer justicia por nuestras propias manos y de las causas que llevan a una localidad a cometer actos atroces.

El solo hecho de que una parte de la población se incline al “ojo por ojo y diente por diente” es un indicativo de que la sociedad ha perdido su fe en las leyes, la justicia, la policía y las demás autoridades competentes.

Ya estamos “hartos” de esta situación. Creo que para mejorar el estado de las cosas no es necesario llegar a tales límites, somos víctimas de un ambiente que se torna cada día más desolador para los hombres de bien, pero a la vez con estos actos nos convertimos en violadores de derechos, tales como: el derecho a la vida, la presunción de inocencia, el juicio previo, etc.

Paremos esto, quien sabe si el próximo inocente en dar explicaciones a una multitud  enfadada y aupada por los atracadores sea usted. Dios nos guarde.

 



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