A veces me detengo a reflexionar sobre la vida. Otras veces, sobre la muerte. Paso de una a otra. Las interrelaciono, las cuestiono, especialmente cuando ha dejado de existir un ser querido.
Pienso que la vida es una escala, una estadía en tránsito. Llegamos por tiempo limitado, a equiparnos. Vamos rumbo a lo desconocido. Otras veces, la comparo con un lugar donde llegamos de vacaciones, a conocer, disfrutar, pero donde se necesita crear mecanismos para sobrevivir, sembrar, producir.
La vida, en verdad, puede ser un asueto placentero, si la llevamos sin hacerles daño a los demás. La clave está dentro de cada persona, en la conciencia tranquila. Se complica cuando nos extralimitamos en la búsqueda de recursos, cuando se angustia el espíritu, cuando se desborda la ambición. ¿Es la vida una prueba divina? .
El existir envuelve una dinámica interesante. No importa el nivel social donde te encuentres, necesitas sobrevivir. Cada actividad, deja sus huellas.
Estas se mezclan, se interrelacionan. Durante nuestra estadía dejamos una gran variedad de huellas por doquier. Huellas grandes, profundas, imborrables, que calan en el alma de la humanidad; huellas memorables que se dejan establecidas en la sociedad; huellas simples que el tiempo intenta borrar; huellas que con el tiempo presentan su inmensidad.
Surgen de seres vivos o de personas que se fueron, que dieron el adiós definitivo, de las que nunca regresarán. El fin de las huellas, es la muerte. ¿Qué es la muerte? Es un adiós a la vida. Un viaje sin regreso, hacia lo desconocido.
Pienso que si llegamos a la vida de vacaciones o en transito, al abastecer su motor, el alma, para el despegue, para seguir el viaje, el mejor combustible es llenarla de paz. Saber que lo llevábamos, da tranquilidad a los que se quedan. No sabemos con seguridad hacia donde vamos.
La vida y la muerte, interrelacionadas, pero ¡tan diferentes!, son comienzo y final; alegría y tristeza; lo conocido y lo desconocido; dinamismo y estancamiento.
¿Qué hacemos en el tránsito de la vida a la muerte? ¡Dejar huellas!. Estas quedan en el proceso de crecer, aprender, disfrutar, luchar, compartir, al traer otros a la dinámica del vivir.