La noticia es brutal, estremecedora: “Los cadáveres de Eddy Polanco y Erickson Rosario fueron encontrados quemados dentro del automóvil Hyundai color mamey placa A712565 en Loma de Miranda”.
Existe, a muchos niveles, una sensación de derrota y de pesar que persiste desde hace décadas y que se intensificó tras los escandalosos gobiernos de Fernández y de Medina. Los obstáculos que enfrenta el país se son, en realidad, colosales.
Y no es que seamos copartícipes del denominado pesimismo dominicano, una corriente de pensamiento que, en mis palabras, sostiene que los nacidos en esta media isla nunca saldremos del abismo en que estamos inmersos.
La esperanza renació con la decapitación de la dictadura en el 1961. El pueblo se lanzó a las calles para hacer realidad sus ideales y sueños, atesorados en nuestra conciencia gracias a los creadores de la nacionalidad dominicana orientados por Juan Pablo Duarte.
La elección del profesor Juan Bosch en el 1962 fue un gran salto hacia la esperanza. Siete meses después se produjo el golpe de Estado y, desde entonces, el país ha tocado fondo una y otra vez. Tras intentos reiterados por romper este círculo vicioso, hemos sido obligados, en reiteradas ocasiones, a digerir la hiel de la derrota.
Ha ocurrido en los últimos 62 años. Una ruleta rusa donde los espacios se alternan entre la tragedia y la muerte. El panorama no deja de ser devastador. Ciertamente, hemos conocido momentos de esperanza incluso en las más adversas circunstancias. La elección de los incumbentes de la Procuraduría General de la República, encabezados por Miriam Germán Brito, Berenice y Camacho, ha sido un acierto que posee una trascendencia mayúscula en lo concerniente a adecentar el quehacer de los servidores públicos.
El presidente Abinader ha cancelado decenas de “compañeros” a los que se han comprobado acciones deshonestas. Y ha mantenido un discurso firme frente al grave desencuentro que representa Haití para el presente y el futuro del país.
El ejecutivo ha debido enfrentar una connivencia espuria de intereses que han degradado de forma escandalosa la vida de todos.
Un titular del periódico “Hoy” expresa que “vamos hacia las urnas entre las luces y sombras de la economía”. Otro encabezado señala que el “salario mínimo no resiste la compra de los útiles escolares”. Figuras públicas son acusadas de sostener relaciones con menores de edad.
“Detienen a dominicano con nueve pasaportes haitianos en Elías Piña”. El procurador Pedro Inocencio Amador anunció que “cuatro diputados serán sometidos a la justicia por narcotráfico”. Previamente se sometió por ese delito a una legisladora.
“La leptospirosis ha causado 23 muertos”, anuncia un titular del Listín Diario. “Dengue llenó de pacientes mayor hospital de Barahona”. Tim Ballard, antiguo agente de Seguridad en Estados Unidos declaró que en República Dominicana “se habían rescatado casi 300 niños usados para pornografía infantil”.
“Fallas gramaticales en libro de matemáticas” se lee en otro medio. “Sufrió un disparo en la cabeza oficial de la Policía Nacional muerto en avenida Ecológica”, se indica en otro párrafo. Es por estas razones que debemos esforzarnos por salir a camino. Mirar hacia adelante, no hacia atrás. Respaldar cada esfuerzo serio que se haga hacia el rescate de República Dominicana de sus males pasados y presentes: es y debe ser el único camino a considerar si queremos salvarnos.