La coyuntura política actual lleva el sello de la crisis de la partidocracia Dominicana que se manifiesta, sobre todo, en el desgaste de la derecha conservadora, de la que forman parte, más no exclusivamente, los partidos políticos que han alcanzado ser gobierno desde la intervención norteamericana de 1965 hasta el día de hoy. Así vistos, sin importar mucho la retórica discursiva que los acompaña, pero si los hechos, muy concretamente las políticas públicas aplicadas y la adopción del neoliberalismo como sustancia común del modelo económico y social, por lo que son concebidos como un único partido de la derecha al que llamaremos el Partido Neoliberal.
Pertenecen a este Partido Neoliberal, el PRSC, el PRD, el PLD y su réplica la FP y por supuesto el actual partido de gobierno, el PRM, con Luis Abinader a la cabeza de este.
Además de los partidos mencionados forman parte de la derecha política los llamados poderes fácticos que lo componen la Oligarquía, los medios de comunicación, la cúpula empresarial del CONEP, la cúpula religiosa, tanto católica como protestante, los norteamericanos y todo el andamiaje técnico e ideológico que les sirve.
Por lo común los partidos políticos son cooptados, en mayor o menor medida, por estos poderes fácticos cuando llegan al poder, y aun antes, haciendo que estos se alineen, tanto a sus intereses corporativos inherentes, como a su visión estratégica en torno a la política y el poder político, convenientes `a la acumulación de capital.
Esta crisis de los partidos políticos no es nueva, se ha venido gestando desde mucho tiempo atrás, matizada por el resquebrajamiento del partido reformista, posteriormente del PRD y más recientemente con la división del PLD en 2019.
Así las cosas, las fuerzas de derecha representativas de los poderes fácticos, que habían constituido hasta este momento el poder invisible detrás del telón, se disponen a conformar un proyecto político propio, sin la mediación de los conocidos políticos profesionales y sus partidos, y logran colocar a Luis Abinader y al PRM en la preferencia del electorado. El resto es conocido por todos.
De esta manera, junto con Abinader, accede al gobierno la tecnoestructura oligárquica hasta posiciones estratégicas del poder político, concretizando, por primera vez en mucho tiempo, la plena conjunción de Gobierno y Poder fáctico.
Ahora bien, lo que parecía ser la más inteligente estrategia política de la derecha, se ha revertido en catalizador de las contradicciones sociales al punto de volver a poner en primer plano la lucha de clases.
Esta estrategia de la derecha constituye un error que ya cuenta con ejemplos fallidos en la región latinoamericana: Caso Piñera en Chile y ahora con Lasso en Ecuador.
Con apenas un año y 8 meses, el gobierno del PRM, «el gobierno del cambio» sufre una significativa caída en su posición dominante que se refleja en el descenso de la popularidad del gobierno y de la figura de Luis Abinader en concreto
Sin intentar profundizar en las razones de este declive, mencionaremos solo algunas: las promesas incumplidas y su incapacidad en aplacar la espiral inflacionaria. La puesta en marcha de una «agenda oculta» basada en nuevos y sofisticados mecanismos de privatización de activos públicos, amparados en marcos legales (leyes) construidos para tal efecto como son las APP y los Fideicomisos. Un alineamiento palpable del gobierno con los intereses norteamericanos, incrementando el carácter entreguista en términos generales, pero sobre todo, en el área de los recursos naturales no renovables.
En un país que ha sido invadido militarmente en dos ocasiones por los gringos, la actitud del gobierno lacera el sentimiento nacional.
Dicho de otra manera, los sectores oligárquicos en su deseo de apoderarse directamente y desde el gobierno de los activos y los servicios públicos claves, a través de instrumentos novedosos, propios de un neoliberalismo 2.0, asaltan la institucionalidad, y en lugar de encontrar un camino despejado para el logro de sus objetivos, se tropiezan de frente con la reacción popular y la resistencia de amplios sectores de la sociedad al cambio prometido y trastocado.
De aquí que la derecha política y su estrategia fallida, hayan provocado sin proponérselo, la aparición de un espacio político electoral para el desarrollo de un polo progresista alternativo al polo conservador de derecha que ha monopolizado el escenario político desde la intervención norteamericana de 1965,
Por primera vez en varias décadas, en la sociedad dominicana, la coyuntura social y política brinda las condiciones ¨objetivas y subjetivas¨ para conformar una ruta que permitirá poner fin a la larga noche neoliberal en que ha estado sumido el pueblo dominicano y será con la unidad de las fuerzas populares, de los partidos progresistas y de los movimientos sociales de frente a una derecha conservadora que ya tiene muy poco que ofrecer, a no ser mas y mas neoliberalismo.