Con sostenido ímpetu anhelamos lo nuevo en el ciclo que finalizó hace poco. Ello implicará desprendimiento ¿por qué? Es imposible tomar lo novedoso sin soltar lo que ya pasó.
Somos de costumbres, nos gusta lastimarnos la herida una y otra vez, regodearnos en el trauma, es una especie de adicción a lo que puede salir mal basado en el pasado.
Y así la vida va convirtiéndose en una serie de repeticiones, porque el accionar de hoy se convierte en el pensamiento y posterior manifestación de lo que más atrás sucedió.
Despertemos, no convirtamos este advenimiento en reminiscencias, una realidad para vivirla con sabiduría nos espera.