Aun bajo el macabro imperio de la muerte, que extiende sus alcances en estos tiempos de pandemia, esta noche brindaré por la vida.
Una vez más, desearía tener el verbo florido y envidiable del maestro Fafa, o la prosa exquisita del maestro Colombo, para dedicar con palabras sublimes ese brindis a la vida.
La vida, pero concebida y entendida en toda la plenitud que este concepto abarca. Por eso, al mismo tiempo brindaré por los seres queridos, la esposa y, por supuesto, el núcleo familiar que, con doña Dulce al centro, se ha formado alrededor de ambos.
Por los camaradas, los amigos, los compañeros del Congreso Cívico y, en otro plano, por los miembros del chat de Los Ochenteros. Por mi pueblo, por mi país y los pueblos y camaradas de todo el mundo, por la buena causa que nos une en los anhelos y aspiraciones.
Por la libertad, la paz y la alegría. Por nuestro merengue, que es la mejor expresión y el más efectivo mensajero de esa sana alegría por la que brindaré.
Por el amor, ese sentimiento indescriptible al influjo del cual hasta la pantera pierde ferocidad para volverse tierna. Su majestad, el amor, el único capaz de hacer que dos corazones latan al mismo compás aunque estén en pechos distintos. Ese sentimiento para el cual no hay distancias, ni obstáculos ni adversidades.
Con lo que llevo dicho basta para que cualquiera se convenza de que se trata de un brindis de grandes dimensiones, abarcador en su contenido. No puede ser de otra forma, porque las circunstancias y sobre todo, la necesidad de seguir adelante así lo requieren.
En tiempos difíciles como los actuales hay que mirar las perspectivas y en vez de rendirse, evocar la esperanza y mantenerse firme, mucho más cuando en estos días los pueblos hermanos alcanzan grandes éxitos y con ellos le echan abono a la esperanza nuestra.
Brindaré por esas y otras cosas sublimes y nobles. Y como sería absurdo pretender que un brindis de esa categoría se haga en solitario, entonces los convido a que brindemos juntos y sigamos diciendo sí, a la vida, la salud, el amor y la esperanza en estos días en que las buenas emociones están a flor de piel.
Ya me callo, de pie, muy respetuosamente, con elevada emoción, invito al brindis y, como se decía en los viejos tiempos: ¡A todos los que la presente vieren, salud!