Hugo López Morrobel
Cada hora que transcurre sin que las Grandes Ligas y el Sindicato de Jugadores arriben a un acuerdo que daría al traste con el paro de labores que ya se alarga por 90 días o más, representará un golpe de transcendencia económica para ambas partes.
De eso están conscientes los involucrados en la paralización, pero nadie quiere dar el brazo a torcer, porque hacerlo en estas circunstancias, se verá como una debilidad presente y futura.
A pesar de que a principios de las negociaciones los propietarios de equipos se mostraron muy confiados de que saldrían airosos y que los peloteros iban a ceder a sus pretensiones, tras largas horas de discusiones no le han podido inclinar el brazo.
El pasado lunes iniciaron la octava jornada consecutiva desde las 10:00 de la mañana hasta las 2:30 de la madrugada, sin un acuerdo, lo que para muchos coloca en grave peligro el comienzo de la temporada regular el 31 de marzo.
Debe producirse un acuerdo en las próximas horas, incluso los más optimistas esperaban que sucediera ayer tarde, porque las conversaciones se prolongarían hasta las cinco.
Definitivamente, los dueños de equipos tendrán que hacer más concesiones a los peloteros, que entienden que las propuestas que se han realizado no se ajustan a sus requerimientos.
Superar las diferencias es el sentir de todos, porque de no lograrlo sería un golpe que debilitaría el béisbol.
Y en República Dominicana serían miles los peloteros perjudicados si no se llega a un acuerdo, dado que son centenares los jugadores y técnicos criollos que trabajan en las diferentes organizaciones.
De arribar a un acuerdo el béisbol estaría de fiesta generalizada.
