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Un 27 de febrero cualquiera desde el Congreso Nacional

Anyelo Mercedes Por Anyelo Mercedes

SANTO DOMINGO.– Bajo un cielo despejado y con un aire solemne, la explanada del Congreso Nacional se ha convertido en la mañana de este jueves 27 de febrero, en el epicentro de la vida política dominicana.

Como cada año, el aniversario de la Independencia Nacional coincide con la apertura de la legislatura y la rendición de cuentas del presidente ante la Asamblea Nacional.

Es un día cargado de simbolismo, donde se entrelazan la memoria histórica y el ejercicio de la democracia.

Desde tempranas horas, las brigadas militares se distribuyen estratégicamente en la zona, no solo garantizando la seguridad, sino también brindando el componente protocolar que caracteriza esta ceremonia.

Uniformes impecables, miradas firmes y movimientos ensayados marcan su presencia en la jornada. Mientras tanto, la prensa ocupa sus puestos. Reporteros, fotógrafos y camarógrafos se despliegan en busca de ángulos estratégicos para captar cada detalle.
Micrófonos y cámaras se convierten en testigos de las primeras impresiones de funcionarios, legisladores e invitados especiales del sector empresarial, religioso y de la sociedad civil. Algunos de los cuales, ruegan con la mirada ser entrevistados mientras que otros, en notable desdén, fingen una sonrisa y siguen adelante.

El ambiente, aunque de gran expectación, se mantiene en calma. A diferencia de otros años, no hay presencia de manifestantes, ni en respaldo ni en protesta. Es un hecho que no pasa desapercibido, pues en ocasiones anteriores las inmediaciones del Congreso han sido escenario de movilizaciones ciudadanas.

A lo interno del Congreso, los legisladores toman sus asientos en el Salón de la Asamblea Nacional. Se respira un aire de formalidad y de espera. El momento cumbre se acerca.

Se espera que minutos antes de la llegada del presidente Luis Abinader, haga su entrada la vicepresidenta Raquel Peña, siguiendo el protocolo que antecede al jefe de Estado.

El orden de los acontecimientos no debe variar. Cuando finalmente el mandatario aparece en la explanada, escoltado por su equipo de seguridad y acompañado de su comitiva, el acto avanza a la fase solemne. Su llegada marca el inicio del protocolo oficial: el Himno Nacional retumba en el recinto, seguido por el estruendo de 27 salvas de artillería que rinden tributo a la Patria.

Una vez dentro, el presidente es recibido por el presidente del Senado, quien en su calidad de presidente de la Asamblea Nacional, abre formalmente la sesión. Abinader, en lo que representa su quinta rendición de cuentas y la primera de su segundo mandato, se prepara para detallar su gestión, haciendo un balance de los logros y los retos afrontados.

Este año, su discurso adquiere un matiz particular. En las semanas previas, su administración ha implementado cambios en varias instituciones, siendo los más destacados la designación de Miguel De Camps como ministro de Educación y Eduardo Estrella como ministro de Obras Públicas. Con estos movimientos en el gabinete, se anticipa que el mandatario no solo rendirá cuentas de su gestión pasada, sino que delineará algunas de las estrategias que marcarán el rumbo de los próximos años.

A medida que la intervención del presidente avanza, los legisladores y presentes escucharán atentos, algunos con gesto aprobatorio, otros con mirada crítica.
Cada palabra es analizada, cada anuncio genera reacciones inmediatas en pasillos y salas de redacción. Afuera, la prensa seguirá transmitiendo cada momento, desmenuzando el discurso, esperando declaraciones adicionales.

Así transcurre la jornada en el Congreso Nacional: con la solemnidad que la fecha amerita, con la política marcando el ritmo del día y con un país atento a las palabras del mandatario, mientras la nación conmemora, una vez más, su independencia.

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