SANTO DOMINGO.-“¡Zafa!”, “¡deja de atraer muerto!”, “tu tá loco” son algunas de las expresiones que se les escucha decir a las personas que manifiestan en voz alta que van adquirir una porción de terreno en el cementerio o planes funerarios sin requerirlo en el momento.
“El muerto no se gobierna” es otro de los enunciados que suele decir la gente. Sin embargo, desde el nicho en el cementerio, la ceremonia, la lápida, el café a brindar, la guagua que transportará las personas que llorarán su partida tienen un costo para la familia. Para tener una idea, solo en el Cementerio Cristo Salvador adquirir un terreno puede costar desde 65 mil hasta medio millón de pesos.
Influencia cultural
Partiendo de este escenario, El Día conversó con la experta en duelo y psicóloga Kirsy Guerra, quien atribuye, la falta de organización en este aspecto a las creencias que se tenga sobre la vida y la muerte, que tiene una gran influencia cultural.
Explica que generalmente existen culturas donde todas las etapas de la vida deben ser planificadas, incluyendo la muerte.
Ejemplos de esto, prosigue la especialista, son los europeos y americanos, que ahorran para los estudios, pensión y la última morada, además de decidir qué ritual desean para estos momentos, como parte de su derecho de última voluntad.
Importancia
“Ese proceso es tan importante, que contempla no sólo la parte económica sino la legal, a fin de que se cumpla con la última petición de la persona”, destaca. Indica que la preparación de esa morada dependerá de la concepción que tiene el individuo de la vida y la muerte, “Existe una máxima que indica que una buena muerte es igual haber vivido una buena vida. Sin embargo, nosotros asociamos la muerte a pérdida”.
Agrega que en la medida que las personas cambian su visión de la muerte empiezan a preparar su último lecho.
Única garantía
Kirsy Guerra indica que todo el ser humano que está vivo lo único que tiene garantizado es la muerte y “podemos anticipar de qué manera queremos la ceremonia de despedida”.
Otro elemento a destacar es que les permite a los familiares tener la oportunidad de iniciar un proceso de duelo sano e ir asimilando la partida de ese ser amado, aunque el proceso en cualquier escenario siempre será difícil.
Expresa: “Nadie está preparado para la pérdida de un ser querido y aunque esté en una unidad de cuidados intensivos, la familia siempre alberga la esperanza de que pueda recuperar su salud”.
Cazadores de muertos
En las afueras de las emergencias o próximo a las morgues se encuentran unos individuos o mejor dicho “vendedores de paquetes funerarios”, que al enterarse del fallecimiento de alguien se aproximan a cualquiera familiar para ofertarles rápidamente un paquete funerario.
Estadísticas
— Cifras
En República Dominicana nacieron 212 mil personas y fallecieron 67 mil en el 2018, mientras la esperanza de vida es de 77 años para las mujeres y 71 para los hombres. Más de 8 de cada 10 personas viven en áreas urbanas.