El interior del vuelo SQ321 de Singapore Airlines es fotografiado después de un aterrizaje de emergencia en el Aeropuerto Internacional Suvarnabhumi de Bangkok, Tailandia.
Tras 10 horas de travesía, el vuelo SQ321 de Singapore Airlines sufrió el martes una turbulencia extrema que dejó un saldo de un muerto y decenas de heridos.
En pocos minutos, el avión se elevó y cayó repetidas veces hasta descender por cerca de 1.800 metros. Imágenes de la aeronave, así como de los pasajeros y tripulantes a bordo, muestran el impacto de la violenta sacudida.
Las turbulencias son un fenómeno frecuente en los vuelos. Es casi de rutina que el anuncio que indica que debes ajustarte el cinturón de seguridad (además de durante el despegue y el aterrizaje) se encienda varias veces a lo largo del viaje.
Sin embargo, la turbulencia que sacudió al vuelo que se dirigía de Londres a Singapur –y que se conoce con el nombre de turbulencia de aire claro, o en cielos despejados o CAT, por sus siglas en inglés- es un fenómeno extremadamente raro.
¿Pero qué son exactamente estas turbulencias, en qué se diferencian del resto y por qué son tan peligrosas?
Turbulencias de aire claro
La mayoría de las turbulencias se producen en las nubes, donde hay corrientes de viento ascendentes y descendentes, según explica Simon King, del Servicio del Clima de la BBC, y exintegrante de la Fuerza Aérea Real de Reino Unido.
Estas suelen ser relativamente leves, aunque en nubes más grandes los movimientos del aire pueden ser más caóticos y generar turbulencias moderadas o incluso severas.
La diferencia de las turbulencias de aire claro es que ocurren en cielos despejados y claros, y por ello no pueden vistas con antelación.
Este tipo de turbulencia ocurre alrededor de la corriente en chorro, un «río» de aire que fluye rápidamente y que normalmente se encuentra a una altura de entre aproximadamente 12.000 metros y 18.000 metros, señala el académico de aviación y piloto comercial Guy Gratton.
Según explica Gratton, es fácil que exista una diferencia de velocidad de 160 km/h, entre el aire en la corriente en chorro y el aire circundante.
Y esa fricción alrededor de la corriente en chorro entre el aire más lento y más rápido es lo que provoca estas turbulencias.
Detección temprana
Su peligrosidad radica en gran medida en que, como no se ven, para los pilotos son difíciles de detectar.
No obstante, asegura Paul Williams, científico atmosférico de la Universidad de Reading, en Reino Unido, hay un gran porcentaje que sí es detectable.
“Un 75% son detectables. Podemos predecirlas con precisión hasta con 18 horas de antelación”, dice.
“Pero es ese 25% que actualmente no podemos predecir en lo que nos tenemos que concentrar».
«Ese es de algún modo la meta de mi carrera: acabar con ese 25% y hacer que se convierta en historia, para que ninguna aeronave vuelva a encontrase jamás con una turbulencia”.
Aún así, reconoce que se trata de un desafío.
“La turbulencia es el problema más difícil de la física y la física en sí es muy difícil. Estamos trabajando muy duro con la investigación sobre qué está realmente generando la turbulencia y cuáles son los mecanismos de esa dinámica”.
El científico cree que se logrará, pero llevará su tiempo.
Un futuro con más turbulencias
Williams enfatiza que la muerte a causa de una turbulencia severa es una ocurrencia rara: la última que recuerda sucedió en 2009 y antes de eso, en 1997.
Sin embargo, recalca la importancia de investigar el fenómeno dado que el cambio climático está aumentando la frecuencia con que se producen.
“He estado estudiando las turbulencias en los últimos 20 años y en la última década hemos recabado evidencia de que el aumento de turbulencias severas ha crecido un 55%”, asevera el investigador.
“Y, en el futuro, podríamos ver que se dupliquen o tripliquen en algunos lugares del mundo para la década de 2060, por el cambio climático”.
Entretanto, la recomendación para los pasajeros es mantener los cinturones de seguridad abrochados durante todo el vuelo.
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