Tú…¿por qué no te callas?

Tú…¿por qué no te callas?

Tú…¿por qué no te callas?

Danilo Arbilla

Paris. Ni hace diez días, el príncipe Carlos de Inglaterra, eterno heredero de la Corona Británica, metió la pata.

En visita al Canadá, con una leve sonrisa, que no cambia mucho su gesto de aburrido o de “ yo no sé donde estoy parado, pero no me importa mucho, igual las crisis no me afectan“, le confió a una anciana judía polaca que “Putin está haciendo prácticamente lo mismo que Hitler”, aludiendo a la actuación de Rusia en Ucrania.

Fue en una conversación personal, pero apareció en la prensa. Y no es lo mismo hablar contra el “foie gras”- tema que preocupó a Carlos hace unos años- que calificar tan crudamente a un jefe de Estado, sobre todo si se lo hace desde otra jefatura de Estado.

Hubo que cumplir con las hipocresías y formalidades diplomáticas y pedir disculpas.

Fue, por ejemplo, como lo que le pasó a dos presidentes uruguayos, hablando de sus vecinos argentinos.

El primero Jorge Batlle, que en junio de 2002, grabado y difundido por Bloomberg, dijo que “ todos los argentinos son una manga de ladrones desde el primero hasta el último”.

Y hace algo más de un año fue el actual presidente José Mujica, que sin percatarse de un micrófono abierto, le explicó a un gobernador estatal, refiriéndose a la presidente Argentina Cristina Fernández de Kirchner, que “ esta vieja es peor que el tuerto ( Néstor Kirchner).

El tuerto era más político, ésta es terca. No sabe lo que esta haciendo”. Y hubo que pedir disculpas, en ambos casos.

Es el viejo tema de la ”libertad de expresión” de los presidentes. Si no tuvieran limites, no tendrían que pedir disculpas. Y tienen restricciones, tanto cuando se refieren a colegas y pares de otros países, como cuando atacan e insultan a sus connacionales y opositores políticos, y a periodistas, ya en claro desborde y abuso de poder.

Y es así, aunque muchas veces constituyan, esas metidas de pata, sus mayores aciertos. Quizás el mejor momento del reinado de Juan Carlos I fue cuando en Santiago de Chile durante la XVII Cumbre Iberoamericana, en noviembre de 2007, mandó a callar a Hugo Chavéz.

El famoso : “ Tú … ¿ Por qué no te callas?” , que recorrió el planeta, fue festejado por la inmensa mayoría de los terrícolas y marcó la hora más gloriosa del monarca.

Después comenzó su caída, la de su prestigio e imagen, aparte de otros porrazos muy notorios: claudicó y recibió a Chávez en palacio, lo desagravió y le hizo honores.

Quizás era parte de los deberes de Estado, o , vaya uno a saber, quizás era un peaje para venderle un banco español y concretar algunos negocios más. Pero,¿ valía la pena tanto sacrificio?

La comparación de Carlos de Inglaterra también debe haber contado con el acuerdo de muchísima gente. Pero las cosas son así.

Un diputado laborista, Mike Gapes, llego a sugerirle que abdicara. No tan extremista fue Nigel Farage, líder del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) y gran estrella tras las elecciones europeas , quien aconsejo al príncipe que no debería pronunciarse sobre algunos temas.

Cabe acotar que Farage, a quien la prensa y analistas clasifican como populista o nacionalista, es pro Putin.

En esto, así como en sus“ simpatías” e intenciones respecto a los extranjeros, Farage coincide con Marine Le Pen, la líder de Frente Nacional y estrella refulgente en Francia y a la que analistas y prensa clasifican en cambio como ultraderechista.

Y esto pese a que ésta está con Putin, contra los liberales – incluido el neoliberalismo- a favor del intervencionismo estatal, contra el FMI.

Le Pen coincide en todo ello con otros partidos y movimientos de derecha de distintos países de Europa y también con otros de izquierda radical (que para este costado parece que ya no son ni extremista ni ultras). Incluso en muchos de esos puntos coincide con el “progresista” e izquierdista partido español “Podemos” – otra sorpresa en las elecciones europeas- de Pablo Iglesias.

Este pujante movimiento, calificado de “bolivariano” por Felipe González, propone algunas medidas mágicas- “utopías regresivas”, según el expresidente español- y por supuesto apoya totalmente a Fidel Castro y al chavismo.

Lo que no esta claro es si Le Pen apoya a los Castro y a Maduro, pero esto ya está fuera de tema. Ahora: si los apoyara, seguro que de inmediato dejaría de ser de ultra derecha y pasaría a ser progresista. ¿ O no?



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