El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo chino, Xi Jinping, acordaron hoy una nueva tregua en su guerra comercial, por la que Washington frenó la imposición de nuevos aranceles a China y accedió a permitir que las empresas estadounidenses vendan productos a la tecnológica Huawei.
Durante una reunión de más de una hora en la ciudad japonesa de Osaka, donde ambos participaban en la cumbre del G20, Trump y Xi accedieron a reanudar las negociaciones comerciales y aparcaron la amenaza estadounidense de extender sus aranceles a todas las importaciones chinas.
Los dos países han acordado tratar «temas específicos» para finalizar a la guerra comercial que enfrenta a los dos países desde el año pasado, indica la fuente, que añade que Estados Unidos se ha comprometido a no imponer aranceles adicionales a los productos chinos.
Xinhua también hace hincapié en que los dos países mantendrán las nuevas conversaciones en base «a la igualdad y el respeto muto», una de las condiciones que exigía Xi para llegar a un acuerdo en las anteriores tratativas comerciales.
Durante el encuentro, Xi manifestó que «la cooperación y el diálogo son mejores que las fricciones y la confrontación» y que desea seguir manteniendo contactos frecuentes con Trump para promover unas «relaciones bilaterales estables».
Según Xi, los dos países se benefician más de la cooperación, un hecho que «no ha cambiado» en los últimos 40 años pese a los grandes cambios en la situación internacional.
Por su parte, Trump afirmó hoy que el diálogo con China para contener la guerra comercial está «de nuevo por buen camino» y calificó que la reunión con Xi fue «incluso mejor» de lo que él mismo podría esperar.
El encuentro deja por lo pronto la intención de ambos mandatarios de volver a acercar posturas tras la aparente ruptura de las negociaciones en mayo y el posterior intercambio de aumentos arancelarios.
La tregua deja entrever que las dos partes no aplicarán nuevas medidas que hagan empeorar la situación, pero queda por ver si ambas partes están realmente dispuestas a hacer concesiones para llegar a un acuerdo definitivo.
Por el momento, sigue sin haber acuerdo en temas como las dificultades para que las empresas estadounidenses accedan al mercado chino o que, una vez ahí, partan en desventaja contra las estatales chinas, subsidiadas por Pekín.
Tampoco hay una postura común en propiedad intelectual, transferencia forzada de tecnología o ciberseguridad, cuestiones que ambos lados deben discutir en los próximos meses.
Las tensiones entre las dos partes tienen su origen en el desequilibrio de la balanza comercial a favor de China, que exporta 419.000 millones de dólares más de lo que importa desde EEUU.
El último capítulo del enconamiento del conflicto fue otra ronda de subidas de aranceles: EEUU los elevó del 25 % para 200.000 millones de dólares en importaciones chinas, a lo que Pekín respondió con 60.000 millones en nuevas tasas.