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Trump contra el clima y el planeta

Omar Ramírez Tejada Por Omar Ramírez Tejada

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en su segundo mandato constitucional, ha aprovechado su primer día en el cargo para firmar una carta formal de retirada del Acuerdo de París dirigida al Secretariado de la CMNUCC[2].

Además, anuló numerosas órdenes ejecutivas que promovían la energía limpia, la acción climática y protege el medio ambiente.

Esto incluía la eliminación de medidas para fomentar la compra de vehículos eléctricos, la detención de proyectos eólicos marinos y la reversión de las restricciones a la expansión del petróleo y el gas en Alaska.

Como en 2017, en un acto revanchista de política doméstica, el presidente Trump se lleva por delante el principio de continuidad del Estado en materia climática y ambiental, erosiona la competitividad de los Estados Unidos y echa abajo el liderazgo conseguido por la administración Biden ante la Comunidad Internacional en el fomento de las energías renovables que lo consagran como el Gobernante de los Estados Unidos que más ha hecho en el combate al cambio climático.

Omar Ramírez Tejada

Los argumentos utilizados en su carta por el Presidente Trump es que “el Acuerdo de París se encuentra entre una serie de acuerdos internacionales que no reflejan los valores estadounidenses y desvían el dinero de los contribuyentes estadounidenses a países que no requieren, o no merecen, asistencia financiera en interés del pueblo estadounidense”.

Sin embargo, Associated Press publicó, una encuesta reciente cuyo resultado arrojó que aproximadamente la mitad de los estadounidenses se oponen «algo» o «firmemente» a la decisión de Trump de retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París, y señala que «ni siquiera los republicanos están abrumadoramente a favor»; en pocas palabras, su acción de retirada del Acuerdo de París no responde al “interés Nacional” porque no interpreta a la mayoría de los ciudadanos.

Para los negociadores del cambio climático, la historia se repite dos veces, primero como tragedia y después como farsa, lo que sucede es que a veces, como plantea Slavoj Zizek interpretando a Marx, “la farsa puede ser, incluso, más terrorífica que la tragedia original”.

El Acuerdo de París sigue siendo tan vital y esencial como siempre. Las negociaciones de la ONU sobre el clima son la única plataforma multilateral en la que cada nación tiene voz y voto sobre uno de los desafíos más urgentes del siglo XXI.

Ya sea para abordar los catastróficos impactos climáticos que enfrentan o para aprovechar las tecnologías ecológicas de rápido crecimiento, los países reconocen el valor fundamental de este proceso internacional.

Por eso, confiamos en que prácticamente todas las naciones seguirán comprometidas con el Acuerdo de París a pesar de la salida de Estados Unidos.

El presidente Trump y su equipo son conscientes de que todos los años, numerosas comunidades estadounidenses se ven bombardeadas por incendios forestales, inundaciones, tornados y huracanes letales que no conocen fronteras.

Al mismo tiempo, la transición a una economía baja en carbono ya está en marcha. Alejarse del Acuerdo de París no protegerá a los estadounidenses de los impactos climáticos, pero le dará a China y a la Unión Europea una ventaja competitiva en la floreciente economía de energía limpia y conducirá a menos oportunidades para los trabajadores estadounidenses.

El año 2024 fue el más cálido registrado y es el primero en superar los 1,5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales, según el Servicio de Cambio Climático Copernicus de la Unión Europea.

“Es importante destacar que un solo año de más de 1,5 °C NO significa que no hayamos logrado cumplir con los objetivos de temperatura a largo plazo del Acuerdo de París, que se miden a lo largo de décadas en lugar de un año individual”, dijo la Secretaria General de la OMM[3], Celeste Saulo. “Sin embargo, es esencial reconocer que cada fracción de grado de calentamiento importa”.

Las primeras semanas de 2025 ya han sido testigos de impactos climáticos extremos, como los incendios forestales mortales que asolan el área de Los Ángeles.

Los incendios han quemado más de 40.000 acres, una superficie mayor que todo Washington, D.C. Los datos de Global Forest Watch muestran lo poco comunes que son estos incendios forestales invernales y cómo el calentamiento los hace más frecuentes e intensos.

Mientras la administración federal estadounidense se repliega, los estados, ciudades y empresas estadounidenses seguirán impulsando la acción climática. Y los incentivos de energía limpia de la Ley de Reducción de la Inflación[4], seguirán siendo una bendición económica para las comunidades de todo el país gracias al fuerte apoyo de muchos republicanos y demócratas por igual.

No nos equivoquemos, Estados Unidos seguirá estando muy presente en la lucha global contra el cambio climático.

Simplemente, no tiene sentido que Estados Unidos renuncie voluntariamente a la influencia política y deje pasar oportunidades de dar forma al impresionante mercado de la energía verde.

Quedarse al margen también significa que Estados Unidos tendrá menos palancas para exigir cuentas a otras economías importantes como los BRICS+[5] de cumplir con sus compromisos climáticos, más que a un relanzamiento ofensivo contra el Acuerdo de París es una recomposición hacia un mundo unipolar en el tablero mundial.

El presidente Trump como negacionista del cambio climático vuelve a desoír a la ciencia sin meditar que estamos en una lucha generacional para llevar al planeta Tierra y su biodiversidad a un lugar más seguro.

La abdicación de responsabilidad de hoy por parte del presidente Trump no desviará al mundo liberal y progresista de esta lucha, por lo que es muy probable que como la primera vez no arrastre ningún país aliado a tal despropósito.

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