El inicio del proceso judicial por los sobornos y sobrevaluaciones de Odebrecht muestra un aspecto del partidarismo criollo que merece superarse: los líderes políticos, en vez de exigir en bien de toda la sociedad que se haga Justicia, prefieren cada uno defender a sus correligionarios con un esprit de corps digno de mejor causa.
Ni uno solo de los dirigentes políticos de los cuatro partidos principales, PLD, PRD, PRM y PRSC, ha querido fungir de vocero de la parte sana de la sociedad que clama por drasticidad contra la corrupción e impunidad.
Al contrario, por las celdas de detención preventiva han desfilado muchos con un cuestionable orgullo por manifestar solidaridad con los encartados, en vez de expresar lealtad hacia los ciudadanos cuyos votos les hacen poderosos.
Evidentemente representan su gremio, no a la ciudadanía víctima de los ilícitos a ser juzgados.
Esta desquiciante anomalía ética y moral sucede sin causar espanto ni protestas, como si tan aberrante conducta no fuera contraria al mejor interés de la nación. ¡Qué espectáculo tan triste y deprimente!