La fuerte y amplia oposición o resistencia contra la propuesta de reforma fiscal del Gobierno debería motivar una reconsideración.
Desde alegar que es tributaria y no fiscal porque es casi toda sobre aumento de impuestos y no reducción de gastos estatales, todo el vivo con acceso a medios anda opinando (muchos sin haber leído el proyecto de ley).
Ayer lunes fueron a la televisión matutina cuatro ministros y el director de Presupuesto y ninguno pudo defender o justificar la reforma con argumentos tan contundentes como los de Andy en su artículo de tres páginas sugiriendo calcular. Su abuelo decía que quien va a fuñirse no calcula.
Tal vez es injusto cargarle lo mejorable de la reforma tributaria a Jochi: hay que ver cuánta presión de urgencia recibió, quiénes propusieron y quiénes revisaron el producto final.
Un sistema impositivo no debe ser modificado sólo para buscar más dinero para el Gobierno.
Conviene mejor reformular la visión para convertir la política fiscal en una eficaz promotora del crecimiento sustentable.
La raíz del problema es filosófica: ¿el motor de la economía debe ser la inversión privada formal o el gasto y los subsidios gubernamentales? Afortunadamente, nuestro presidente Abinader ha demostrado que sabe escuchar las críticas de buena fe.
Creo que desea genuinamente que sus cambios sean para bien del país. Los días dirán…