El pueblo dominicano se vistió de verde y de manera pacífica, pero firme y decidido, salió a las calles asqueado de tanta corrupción, lo hizo bañado de esperanza.
“Contra la corrupción y por el fin de la impunidad”, fue la consigna que sintetizó el anhelo de la sociedad (excepto quienes desde el poder se comportaban como auténticos depredadores). Corría el mes de enero del año 2017.
La Marcha Verde convocó y movilizó a cientos de miles de dominicanos (incluidos muchos que viven en el extranjero) que aspiran y luchan por poner freno a la corrupción en el Estado. Se pensó entonces en que no habría retroceso en esa ruta.
En los últimos días, sin embargo, esa esperanza colectiva, ese anhelo de justicia, ha recibido tres estocadas de mano de un sistema que más que procurar justicia luce empeñado en encubrir a quienes desde el poder han desfalcado al Estado.
La primera burla fue la forma en que el Ministerio Público, durante la gestión del hoy imputado Jean Alain Rodríguez, fue elaborado el expediente contra los implicados en el caso Odebrecht. Comenzaron por 14 acusados, terminaron en dos. Se reconoce que hubo sobornos pero al final no aparecen los sobornados.
El expediente fue elaborado de forma tal que al final los antisociales de diversos partidos se salieran con la suya. Primera gran estocada posterior a la Marcha Verde.
La segunda puñalada fue la decisión de otro tribunal sobre el caso de soborno y sobrevaluación de los aviones Supertucanos, comprados durante la gestión de Leonel Fernández a la empresa brasileña Embraer.
Aunque la misma empresa admite haber pagado 3.5 millones de dólares en sobornos, al final los jueces declaran absueltos a los implicados. Otra vez sobornos sin sobornados.
El caso más reciente es el de la venta del barrio Los Tres Brazos. Otra burla a la sociedad.
El nombramiento de Miriam Germán Brito en la Procuraduría General de la República avivó la esperanza en los dominicanos ávidos de justicia. Por fin se castigaría a los corruptos, pensamos.
Desafortunadamente, las últimas decisiones en los casos Odebrecht, Tucanos y Los Tres Brazos demuestran que no es suficiente un Ministerio Público independiente.
Que el cáncer hizo metástasis. Que así como muchos fiscales se prestaron (y algunos todavía se prestan) para todo tipo de vagabunderías, también hay jueces corruptos que se prestan para todo tipo de trabajo sucio, bajo cualquier subterfugio legal.
Sabemos que la corrupción tiene raíces muy fuertes y profundas. Que se trata de “un monstruo” difícil de eliminar, pero la sociedad no debe rendirse.
La justicia está herida de muerte, pero el pueblo debe estar dispuesto a levantarse y marchar una y otra vez hasta ver tras las rejas a todos los corruptos (los de ayer, los de hoy y los de mañana) y que devuelvan lo robado.
Ya nos han robado demasiado, no dejemos que también nos roben la esperanza ni las ganas de luchar hasta lograr un mejor país.