Tregua

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Tregua

Rafael Molina Morillo, director de El Día

El fin de semana largo que acaba de transcurrir fue como una especie de tregua entre dos feroces períodos de turbulencia. Desde luego, me refiero al prematuro devenir político dominicano.

Creo firmemente que no hay otro país en el mundo más apasionado que este en materia política. Amistades seculares se rompen, familias enteras se pelean y negocios prosperan o quiebran, sencillamente por diferencias de carácter político.

De manera que cuando aparece una tregua es como si bajaran del cielo todos los ángeles y arcángeles sumados a las once mil vírgenes, a orar porque se enfríe el ambiente aunque sea por tan solo unos días.

Nadie ignora que las campañas presidenciales comienzan aquí el mismo día en que termina un período constitucional, y me quedo corto. De manera, pues, que desde ahora hasta las próximas elecciones tendremos política hasta en la sopa.

Las expectativas después de la tregua parecen más claras; no porque sea más fácil ser profeta y poder predecir qué va a suceder, sino porque al menos sabremos qué no va a pasar. Parece una cantinflada, pero ahí les dejo el jeroglífico, para que se entretengan.



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