Pasto (Colombia).– Bob Austin, uno de 400 migrantes haitianos atrapados en la ciudad colombiana de Pasto, duerme desde hace tres semanas en una pequeña carpa que se inunda en las noches lluviosas.
A la intemperie, con hambre y sin dinero, espera sobrevivir hasta que pueda continuar su camino hacia Panamá. Los haitianos, entre los que se encuentran mujeres embarazadas y niños de brazos, no han podido seguir su trayecto debido al cierre de las fronteras por el coronavirus y hoy suplican el auxilio de las instituciones colombianas que, según narraron, los han dejado solo con la poca ayuda que reciben de los lugareños.
“Aquí en Colombia nos han tratado como si no fuéramos humanos. No tenemos agua, no tenemos dónde bañarnos”, denuncia Austin en declaraciones a Efe y afirma que salieron de su país para buscar un futuro y una vida mejor.
El objetivo de los haitianos es llegar a Estados Unidos por una intrincada ruta que los lleva primero a Ecuador, país donde tienen más facilidades para entrar, y desde allí seguir por tierra hacia el norte atravesando Colombia, toda Centroamérica y luego México. Algunos cruzaron hace más de tres meses la frontera con Ecuador y antes de quedar varados en Pasto, capital del departamento de Nariño (suroeste), habían vivido o pasado por República Dominicana, o incluso Perú y Chile buscando donde asentarse.
Austin, que ha recorrido algunos de estos lugares en autobús y a pie, asegura que las condiciones solo han sido así de dramáticas en Pasto. En Perú al menos les brindaron atención médica y alimentos, situación que según él no se compara con los desaires que han recibido de las autoridades migratorias colombianas.
«¿Quién nos da una cuchara de comida? ¿Quién nos da un cubo de agua? Si cae uno enfermo, ¿quién nos da una ayuda?, nadie”, reclama frente a las oficinas de Migración Colombia donde montaron unas 30 carpas, y agrega que lo único que esperan es una autorización para salir del país y continuar su viaje.
FRONTERAS CERRADAS El director de Migración Colombia, Juan Francisco Espinosa, explicó que para poder transitar por el país ellos necesitan un visado que “no tienen por ocasión de la pandemia».
“Ellos ingresaron al país de manera irregular, es decir que no ingresaron por un punto de control migratorio. Normalmente migran hacia (el departamento de) Antioquia y posteriormente hacia Panamá y Costa Rica, en estos momentos eso no es posible por la pandemia”, afirmó Espinosa en un video.
Según el funcionario, los migrantes cuentan con el apoyo de la cooperación internacional que les ha “dado albergues, que les ha permitido tener un hospedaje y alimentación para ayudarlos en esta fase de tránsito».
Las respuestas de la autoridad no convencen a Austin cuyo destino final es México. “Si no están disponibles para conseguirnos ese permiso deben al menos conseguirnos un albergue, aunque sea un coliseo. Esto no es humano, esto es discriminación y el único país que nos trata así es Colombia”, lamenta.
DORMIR EN LA CALLE
Austin duerme afuera de la oficina de Migración después de pasar quince días debajo de un puente. Todo este tiempo él y sus compañeros han sobrevivido por la caridad de los pastusos que les brindaron la mano incluso cuando para ellos la situación tampoco es buena.
“Aparte de la pandemia que nos obligó a cerrar (los negocios) y estamos aguantando con las últimas, nos ha tocado ayudar a la gente para que ellos por lo menos puedan dormir, por lo menos tengan agua porque no tienen ni dónde ir al baño”, subraya a Efe uno de los vecinos. “Si no les dan una solución, ¿por qué no los dejan ir?”, señala mientras advierte que la Alcaldía podría hacer uso de los coliseos y albergues creados para otras emergencias para acoger a los haitianos.
«¿Cuánto dinero no hay ahí invertido y no lo usan ni siquiera por humanidad?”, dice sobre los albergues cerrados, y lamenta que los haitianos sean discriminados por ser negros y no hablar bien español.
ATRAPADOS Y SIN DINERO
Tras varios días de protestas, unos 40 inmigrantes consiguieron que las autoridades les permitieran dormir en un hotel en el que debían pagar cuatro días. Allí estuvieron hasta el jueves pasado cuando, según cuentan, llegó la Policía y los obligó a salir porque ya no tenían dinero. Cergó Peralte, otro haitiano, asegura que varios niños terminaron en el hospital afectados por los gases lacrimógenos lanzados por los policías y que dos adultos fueron golpeados.
“Hay personas que están aquí desde el 16 de marzo porque Migración no nos da la oportunidad de seguir el camino. Ya no podemos pagar más y ningún Estado responde”, dice. Por su parte, el director de Migración Colombia afirma que los niños y las mujeres embarazadas son utilizados “como escudos para impedir el actuar de la autoridad”, situación que califica de “absolutamente reprochable».
Los vasos de café y agua de panela que les brindan los habitantes de Pasto son lo único con lo que cuentan estos haitianos que invirtieron lo poco que tenían para tratar de llegar a Panamá, aunque en ese país tampoco tienen nada asegurado. Cientos de ellos soportan inclemencias similares en la provincia panameña del Darién, donde desde que comenzó la emergencia sanitaria están atrapados y sin esperanzas de poder seguir su travesía sin retorno.