Transmitir la fe

Transmitir la fe

Transmitir la fe

La fe es uno de los valores más importantes que los padres y madres pueden transmitir a sus hijos. Educar en la fe es como sembrar una semilla que germina y da frutos que perduran. La fe es el sostén de la existencia humana y de una vida en valores.

Hay justificación de sobra para transmitir la fe a nuestros hijos. Aquí presentamos 4 razones que nos pueden animar a seguir haciéndolo:

1. Fe como fuerza frente a la adversidad. Cuando se presentan las dificultades, una fe auténtica es lo que ayuda a soportarlas. El que no tiene fe puede sucumbir ante el dolor y el fracaso.

Las investigaciones recientes consideran que las personas creyentes pueden superar mejor las enfermedades y se suicidan menos.

2. Fe como la mejor herencia. Billy Graham afirma que “el mayor legado que uno puede transmitir a los hijos y nietos no es el dinero u otras cosas materiales acumuladas en la vida, sino más bien un legado de carácter y de fe”.
Los padres que educan en la fe equipan a sus hijos con el potencial para vivir una vida moral.

Mirar hacia Dios y abandonarse a Él es el antídoto frente al egoísmo y el materialismo que dañan al ser humano y pervierten su fin en este mundo.

3. La fe inspira el temor de Dios. Quien vive desde la fe, teme a Dios, despierta su conciencia y está mejor preparado para escoger el camino el recto. Tener una fe firme es un arma potente que nos ayuda a vencer las tentaciones y no caer en el pecado.

4. La fe como oración y ejemplo. La fe que se transmite es la que persevera en la oración, la que se conoce por sus frutos y la que inspira a ser imitada.

Si queremos que nuestros hijos sean personas de oración, oremos, si queremos que sean practicantes, vivamos la fe en la comunidad eclesial. Y, sobre todo, testimoniemos con hechos: una vida de servicio al prójimo es el mejor ejemplo de fe para todos.



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