Tránsito en RD: ¿Qué hace falta?

Este escrito se me ocurrió mientras venía en bicicleta de Villa Altagracia a la capital, y veía cantidad de motores y carros transitando en vía contraria en plena autopista Duarte y la circunvalación como si fuera algo normal.

Y precisamente eso es lo alarmante: hemos permitido que el hábito normalice la violación a las leyes.

Nuestro país tiene el nefasto mérito de encabezar la lista de los países con mayor cantidad de muertes por accidentes de tránsito a nivel mundial.

A veces bajamos del primer lugar, pero siempre en el “top 5”.
Hace pocos años estalló un escándalo con el tema de los semáforos en el Intrant, donde se pretendía invertir más de mil 300 millones de pesos sólo en la capital. Así mismo, el segundo ministerio en asignación de recursos es Obras Públicas.

¿Pero de qué sirven los semáforos si la gente no los respeta, o los túneles y elevados si un grupito de “padres de familia” se paran donde les da la gana ocasionando interminables tapones? ¿De qué sirven los alcoholímetros si no hay sanciones contundentes?

No es que las medidas estructurales no sean útiles (semáforos, puentes, carreteras, etc.), pero más importantes son las medidas no estructurales (educación, gestión y régimen de consecuencias).
Mientras sigamos pensando que la delincuencia se detiene poniendo hierros en las casas, que el problema eléctrico se soluciona con inversores, y que la falta de agua potable se acaba con tinacos, vamos a seguir con los mismos problemas y sumando otros.

Educación, concienciación, gestión y régimen de consecuencias es lo que más hace falta en el tránsito. Es más barato, es más rápido y, sobre todo, es más efectivo… Claro, esas cosas ni se licitan ni se inauguran.