Dice el refranero popular que «a quien madruga, Dios lo ayuda»; sin embargo, todos los días los residentes de los municipios de Los Alcarrizos, Pantoja y Palmarejo pasan las de Caín para llegar a sus trabajos, a pesar de salir de sus casas a las 5:30 a. m.
Desde la entrada de Los Alcarrizos hasta el kilómetro 14 de la Autopista Duarte, los conductores pierden cerca de una hora. Sí, así es, una hora para recorrer menos de dos kilómetros.
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La razón es muy simple: los choferes que circulan por los tres carriles del lado izquierdo, en sentido oeste-este, intentan ingresar a la vía contraria, habilitada en el otro lado de la autopista como vía de escape al tapón que se forma desde el kilómetro 11 hasta el 9.
Un mar de vehículos intenta entrar a una vía, mientras tres agentes de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (Digesett) comienzan el día con una buena tertulia, en lugar de imponer el orden y agilizar el tránsito. Estos son los elementos necesarios para que el caos se apodere de la avenida antes de las 6:00 a. m.
En este caos, pagan justos por pecadores. Los que madrugan para evitar el tapón y tratan de conducir respetando las reglas se convierten en víctimas de quienes pretenden ingresar a la vía de cualquier manera, pasándole por encima a quien sea.
¿Que muchos de los conductores carecen de educación vial y provocan el desastre? Sí, es verdad, pero también es cierto que la autoridad está para establecer el orden y garantizar que se respeten los derechos de los demás.
Entonces, DIGESETT, la bola está en su cancha.