El (o la) tránsfuga, que en las lides político-partidistas es la “persona que pasa de una ideología o colectividad a otra” o que “con un cargo público no abandona este al separarse del partido que lo presentó como candidato”, es casi siempre mal visto por los correligionarios o compañeros que deja detrás.
Quienes lo reciben en su nuevo partido, si es realmente alguien que aporta votos, hacen fiesta.
Esto último ha pasado con el paso al partido de gobierno por la alcaldesa de San Juan de la Maguana, que en su carrera ya ha sido perredeísta, peledeísta, reformista, fugazmente fupuísta y ahora perremeísta.
Con tantas letras podría hacerse sopa: PRD, PLD, PRSC, FP y PRM. Salvando todo (no sólo distancia), Churchill, que distinto a la alcaldesa sanjuanera, Hanoi Sánchez, perdió varias elecciones como miembro del Parlamento, en vez de rumiar su derrota cambiaba de distrito para ser votado por electores distintos.
Quien ve a los perremeístas gozando al darle bienvenida a este activo político obligadamente debe preguntarse… No, ¡mejor no preguntar nada!