Brasilia.- El Congreso brasileño puso en marcha hoy el complejo proceso con vistas a un posible juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff y lo hizo en medio de una crisis que ahora enfrenta a la mandataria con su vicepresidente, Michel Temer.
El primer paso en dirección a un proceso contra la presidenta fue dado en la cámara baja, con la elección de los primeros miembros de una comisión de 65 diputados que analizará la acusación y definirá si tienen peso jurídico para llevar a la destitución de Rousseff.
El primer embate fue desfavorable a la mandataria, pues fueron presentadas dos listas de diputados y, por 229 votos a favor y 199 en contra, el pleno se inclinó por la que propuso la oposición, la cual tenía 39 nombres que ya integran oficialmente la comisión.
El presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, anunció tras esa primera votación que los otros 26 miembros, que seguramente saldrán del grupo oficialista, será realizada este miércoles.
Tras algunos incidentes, la votación comenzó en un clima casi festivo, con el oficialismo cantando “No habrá golpe” y la oposición respondiendo “Habrá impeachment”, por la figura del derecho anglosajón que define el proceso de destitución de un mandatario.
Los cargos contra Rousseff se fundamentan en maniobras fiscales que el Gobierno hizo en 2014 y continuó en 2015 para maquillar sus resultados, las cuales han sido calificadas por la oposición como “delitos de responsabilidad”, una de las causas que la Constitución contempla como motivo para la destitución de un mandatario.
El resultado de la primera votación completó un día aciago para Rousseff, que había comenzado con la divulgación de una explosiva carta que le dirigió el vicepresidente Temer, repleta de quejas y que fue interpretada como el inicio de una ruptura.
En la carta Temer asegura que Roussseff “nunca” confió en él ni en su formación, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que es la mayor fuerza política del país y el principal puntal de la coalición de Gobierno.
Temer, primero en la línea sucesoria en caso de que la mandataria pierda su cargo en un eventual juicio político, asegura que pasó los cuatro años del primer mandato de Rousseff como “un vicepresidente decorativo” y que sólo “sólo” fue llamado para resolver problemas con el PMBD.
Afirma que ejerce su cargo con “la lealtad institucional” que impone la Constitución y con una “natural discreción”, pero que “siempre” supo de la “absoluta desconfianza” que tanto Rousseff como “su entorno” tienen en relación a él y al PMDB, del cual dice que para el Gobierno es un “mero accesorio, secundario y subsidiario».
Durante la última semana, frente a la posibilidad de ser sometida a un juicio político, Rousseff ha ensalzado la figura de Temer y al PMDB, de los que dijo que “siempre” han tenido su más “absoluta confianza” y que eso ha sido recíproco.
Sin embargo, Temer sostiene que “jamás” él o el PMDB fueron “llamados para discutir formulaciones económicas o políticas sobre el país”, pues no se les tenía ninguna confianza.
Recuerda que, a inicios de este año, cuando se gestaba la crisis política que ha estallado en el país, fue convocado para asumir la coordinación política del Gobierno, con la misión de que se aprobase en el Congreso un ajuste fiscal para atajar el descalabro económico.
“No titubeamos. Estaba en juego el país”, asegura, pero añade que los “acuerdos asumidos con el Parlamento” no fueron cumplidos por el Gobierno, lo que le llevó a dejar esa tarea de coordinación.
El vicepresidente declara además que “el PMDB está consciente de que el Gobierno busca promover su división, lo que ya intentó en el pasado sin éxito”, y anuncia que mantendrá un “cauteloso silencio» sobre el posible juicio contra Rousseff “con el objetivo de buscar la unidad partidaria».
Temer también manifiesta su “certeza” en que una vez “pasados estos momentos críticos”, el país “tendrá tranquilidad para crecer y consolidar las conquistas sociales».
La carta concluye con un último párrafo en el que Temer sugiere que su relación con Rousseff puede estar en un punto de ruptura. “Finalmente, sé que usted no tiene confianza en mi ni en el PMDB hoy, y que no la tendrá mañana.
Lamento, pero esa es mi convicción”, concluye la carta, frente a la cual el Gobierno guardó hoy un total silencio.