Higüey.- Rafael Américo Soto narra que está vivo por obra de Dios y cree que por haber estado frente a una iglesia hoy no es una de las víctimas mortales de Ángelo Santana.
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Recibió dos disparos, uno en cada brazo, cuando justamente salía de su casa a buscar su hijo que estaba jugando pelota y Ángelo iba en el vehículo disparando a todo el que veía en el camino.
Define a Ángelo como un amigo y una buena persona que la noche del viernes pasó toda la noche en un colmado que tiene el herido tomando cerveza y entre las cosas que hablaban, el agresor en reiterada ocasiones decía que quería mucho a su hijo.
“El niño de él venía todos los días a jugar con mi hijo”, explicó.
En el mismo lugar donde Américo fue herido en los brazos, también estaba Sergio Morel, quien al igual que los demás, no sabía que ocurría. Este fue impactado levemente por una bala en los glúteos, y no fue de gravedad gracias a que su cartera le sirvió de escudo.
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La bala traspasó la cartera y perforó algunos documentos, como la cédula y la licencia de conducir, razón por la que solo causó una leve herida en la piel.
Otras personas que estaban en el lugar salieron ilesas de la balacera, pero el mal momento permanece en ellos por la cercanía que tuvieron con el agresor.