El horror de los homicidios involuntarios de una joven madre y su bebé junto con el grave envenenamiento del padre y otro niño, el domingo en una torre de Piantini, ha conmovido hasta el tuétano a todos quienes conocemos a las familias afectadas, así como al resto de la opinión pública.
Las autoridades afirman que la causa fue la fumigación el viernes en otro apartamento del mismo edificio, utilizando un producto peligroso sin las precauciones obligadas ni aviso a los vecinos.
En este caso la noticia quizás resuena más porque ha ocurrido donde cualquiera asume que hay protocolos de seguridad y buena vecindad como en condominios de gente educada.
Sin embargo, este y otros casos ocurren por el lisio mayor de nuestra sociedad, el irrespeto a las leyes y normas de urbanidad porque el riesgo de pagar consecuencias es tan mínimo que se asumen ilegalidades de manera casi deportiva.
Aparte de orar por la recuperación del padre y el niño sobrevivientes, el consuelo de varias familias devastadas y el alma de las víctimas, a la Justicia y el Ministerio Público que tanto presumen de su eficacia, debemos exigirles actuar ejemplarmente, para evitar impunidad y atacar el olímpico desprecio por las leyes y reglas de convivencia.