He sostenido que la sociedad dominicana, en términos generales, desde hace décadas adolece de planificación, en especial, en sectores prioritarios vitales para alcanzar estadios de desarrollo más avanzados, donde la población esté protegida de los tantos males que hoy padece.
Contamos, desde hace años, con un ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, donde se efectúan estudios que, si se aplican, podrían ser parte de la solución, sin embargo, todo se queda en planteamientos, que en muy pocas oportunidades se ejecutan.
Hago esta observación porque ese descontrol en la ejecución de planes y proyectos afecta a todos, y el deporte no es la excepción.
Una muestra de la pobre o escasa planificación se observa en los trabajos de reconstrucción del complejo acuático del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, programados para terminar en agosto pasado, pero todavía hoy se desconoce la fecha de culminación.
Esa anómala situación, cuyo origen puede ser el retraso en la entrega de recursos económicos o demora de los contratistas, tendrá sus consecuencias en las actuaciones de ese deporte en futuros eventos internacionales.
Si bien es cierto que esa disciplina no ha alcanzado en el país el grado de desarrollo adecuado, situaciones como la expuesta, que ya se han vivido en otras ocasiones por las mismas causas, son responsables del escaso progreso de ese deporte en el país.
Esa situación no solo se experimenta en el Centro Olímpico de la capital, sino que es una repetición de instalaciones en otras ciudades, siendo los casos más emblemáticos los de Barahona, La Vega y Santiago, este último, donde la PUCMM tuvo que hacerse cargo de la piscina para que no se cayera a pedazos.