“Tomé no una, sino nueve yolas para llegar a Puerto Rico”

“Tomé no una, sino nueve yolas para llegar a Puerto Rico”

“Tomé no una, sino nueve yolas para llegar a Puerto Rico”

Luz del Alba, junto a su hija, atiende a los clientes en el local de la calle Borinquen de San Juan.

San Juan, Puerto Rico.-“Tomé no una, sino nueve yolas en 2004 para llegar a esta isla, me vi casi al ahogarme, pero el sueño de llegar a Puerto Rico era más fuerte, porque estaba decidida a buscar una mejoría para mis tres hijos y mis padres”, así narra Luz del Alba por las vicisitudes que tuvo que pasar al arriesgarlo todo por la familia.

Luz del Alba es una mujer quien, pese a ser devuelta en una ocasión de la “Isla del Encanto”, volvió con más fuerzas, desafiando en ocasiones la bravura del mar y hasta el quedarse en pleno Canal de la Mona en una frágil embarcación sin combustible.

“Cuando me montaba en la yola cerraba los ojos, le pedía al Señor que me llevara con vida”.

Dice que en muchas ocasiones se le acabó la gasolina y tuvieron que devolverse, durar hasta más de tres días sin que sus familiares supieran de ellos.

El mal tiempo los devolvía

César de Jesús   vende   avena, empanadas, jugos y dulces  desde las cuatro de la mañana.

César de Jesús vende avena, empanadas, jugos y dulces desde las cuatro de la mañana.

En esos fallidos viajes salió por varios puntos del país, que son utilizados para llegar a la “Isla del Encanto” como fueron Higüey, Nagua, La Romana, San Pedro, y de la misma Capital, donde tenía que durar varios días en los montes, sin que sus familiares supieran si lo había logrado.

Ante el temor de morir en el intento Luz le pedía a Dios llegar a salvo, porque de ella dependían sus tres hijos y sus padres, que había dejado atrás en San Francisco de Macorís.

Al pisar tierra americana su esposo, quien también estaba ilegal, la mandó a buscar a la isla de Cabo Rojo donde la dejaron, a unos 15 kilómetros al suroeste de Mayagüez, Puerto Rico; allí, para soportar el hambre Luz del Alba tomaba Gatorade y comida enlatada.

Al haber dejado contactos para varios trabajos cuando fue deportada, empezó a trabajar en limpieza de casas y en cocina.

Al cabo de varios años ahorró dinero con el objetivo de montar su propio negocio y lo logró. Hoy tiene una cafetería, en la que laboran sus dos hijos y mantiene a sus padres y al hijo mayor, que aún no le han dado la residencia.

Un sueño hecho realidad

Tras hacerse ciudadana 13 años después, Luz del Alba es una empresaria, dueña de la cafetería Sport Bar Café en el populoso sector Barrio Obrero en San Juan.

Esta criolla, nativa de San Francisco de Macorís, ha logrado traer a Puerto Rico dos de sus tres hijos, quienes trabajan con ella en la cafería y da gracias a Dios por lograr la meta de sacar adelante a su familia.

Tiene cinco años que se asoció a otro dominicano, César de Jesús, con quien montó el negocio.

Ambos criollos se levantan a las dos de la mañana para empezar a preparar los alimentos, cuya venta empieza a las cuatro de la madrugada.

A diario se cocinan más de 100 libras de arroz, 60 de diferentes tipos de carnes y unas 10 libras de habichuelas.

Explicó que de los comensales que acuden al negocio el 80 por ciento son dominicanos y otro veinte por ciento son boricuas.

El camino no ha sido fácil

De Jesús asegura que los dominicanos que llegan indocumentados y con deseos de superación pueden lograr lo que ellos han conseguido, trabajando de sol a sol y dignamente.

“Sin tener que hacer lo mal hecho” , sostuvo

De Jesús recuerda que a su llegada a Puerto Rico en 1986, al no tener papeles, su primer trabajo fue vender chinas en la calle.

Luego de ahí paso a trabajar en la construcción, después estuvo en una panadería y finalmente en un restaurante, en donde duró 17 años, decidiendo unirse a Luz del Alba en el negocio de la cafetería.

“Aquí estamos echando hacia adelante, toda mi familia está aquí legal y eso es lo importante”.

Con su mirada cansada, pero de satisfacción, reconoce el sacrificio que es levantarse todos los días a las dos de la mañana y que le den las siete de la noche en el negocio, es sólo para poder lograr un objetivo.

“Sé que esto no será por mucho tiempo, porque el cuerpo no lo aguanta. No retornaré a Santo Domingo porque casi toda mi familia está aquí”, dijo de Jesús.

Una cafetería criolla desde las cuatro A.M.

César de Jesús es otro dominicano que llegó a Puerto Rico ilegal, tras trabajar varios años se asoció a Luz del Alba y trabajan desde las cuatro de la mañana en la cafetería Sport Bar Café.

Ambos criollos se levantan desde las dos de la madrugada para empezar a preparar los alimentos cuyas ventas empiezan a las cuatro de la mañana.

Aseguran que como más del 80 por ciento de sus clientes son dominicanos el plato por excelencia que no puede faltar es el arroz, habichuelas y carne la bandera dominicana).

“Aquí la comida debe estar lista a las cuatro de la mañana, porque los clientes en su mayoría son dominicanos que trabajan fuera de aquí en el área de la construcción y se tienen que llevar el almuerzo.