La idea de navegar lejos de los reflectores y soltar las amarras, esconder la cabeza como el avestruz -aunque sea por unos días- para conectarnos con nuestro interior y tomar un respiro de la exposición mediática, las redes sociales y las actividades podría sonar como una idea descabellada por el tipo de vida que vivimos hoy, esa que nos empuja a ir rápido, a hacer muchas cosas y tratar de destacarnos, porque, de lo contrario, -nos han hecho creer- que no somos ni lograremos nada.
En fin, hoy somos esclavos en tiempo de democracia, pues tomamos decisiones y hacemos cosas en base a la retórica de la necesidad material y el ego.
Mientras más tenemos, más queremos. Y ese querer tener más tiene un precio que va más allá de unas pocas papeletas.
Las cadenas y el látigo de la esclavitud son ahora más sutiles, pero más fuertes y dolorosas, aunque no lo logremos entender, ver o sentir en estos momentos, pues nos han condicionado como ovejas. Trabajamos duro cada día y gastamos a la velocidad de la luz lo que no tenemos. Y en esa carrera loca no nos damos el chance de respirar, observar y pensar.
En cualquier forma que se quiera interactuar es ventajoso tener la pericia de “estar solo y en soledad” viéndose y estando consigo mismo.
¡Claro! ¿Cómo pretendemos relacionarnos bien con otros si no sabemos estar con nosotros mismos?, porque cuando una persona hace práctica consciente de “estar solo y en soledad” ejecuta actos de introspección, reflexión, meditación, búsqueda y conocimiento de su esencia.
El año pasado escuché a una conferencista motivacional decir que “las personas que no marcan la diferencia son intercambiables” y esa es la retórica que nos venden, la que nos dice que si no nos destacamos no existimos o somos piezas que pueden ser remplazadas.
Estamos fortaleciendo una sociedad que ha dejado de ver al individuo como un ser humano, ahora somos etiquetas, logros, resultados o competencias, tal vez mañana seremos solo números, cual película de ficción, sin rostros ni emociones. Por mi parte, cada vez que puedo, me tomo mi respiro para no olvidar lo que soy y lo que verdaderamente tiene valor para mí.