París, Francia.-Las gimnastas estadounidenses Simone Biles y Jordan Chiles, plata y bronce en la final de suelo de los Juegos, se postraron en el podio para recibir a la brasileña Rebeca Andrade, que ganó el oro en ese aparato.
Fue un gesto de respeto de las norteamericanas hacia Andrade, con la que rivalizan desde hace años, pero con quien mantienen una relación de respeto y amistad.
Las tres se hicieron ‘selfies’ en el podio y posaron de la mano ante los fotógrafos.
Es el primer oro de Andrade en estos juegos, tras dos platas y un bronce, siempre detrás de Biles. Ambas, que también fueron campeona y subcampeona en los campeonatos del mundo de 2023, fueron vistas entonces bailando juntas en una fiesta cuando acabó la competición.
El caso de Biles
Sus errores en la barra, en la que se cayó y fue quinta, y en el suelo, en el que ganó la plata tras salirse en dos diagonales, no hacen sino subrayar su grandeza- solo cuando falla ella, las demás tienen opción. Su vulnerabilidad la humaniza y la acerca a sus rivales, que la admiran no solo por sus méritos deportivos.
Entre medalla y medalla, en París tuvo tiempo de lanzar algunos sopapos bien dirigidos- uno a Donald Trump, tras mostrarse orgullosa de hacer “un trabajo de negra” (rápido recibió un ‘me gusta’ de Lebron James) y otro a la prensa, que ha diseccionado cada uno de sus gestos y a la que pidió que levantase el pie del pedal.
“Eh, chicos, tenéis que dejar de preguntar a los deportistas qué viene después de ganar una medalla.
Dejadnos disfrutar del momento por el que hemos trabajado toda nuestra vida”, pidió en sus redes sociales. También se extrañó de que sus críticos estuvieran “muy callados” tras sus éxitos en París.
Abandona por su madre
“¡Qué raro!”, dijo con ironía. ¿Puede tener críticos alguien como Simone Biles? Por increíble que parezca, una deportista que fue abandonada por su madre, que pasó parte de su infancia en una casa de acogida, que sufrió abusos por parte del médico Larry Nassar y que pese a ello se convirtió en la mejor gimnasta de la historia, también tiene detractores.
Desde los racistas hasta los odiadores que estimaron que su retirada de los Juegos de Tokio, bloqueada por una crisis de salud mental, era una cobardía.
Tras aquello, Biles abandonó la competición durante dos años y aún hoy sigue en terapia. No hay comparecencia pública en la que no se le pregunte por su salud mental.
De tema tabú a tema omnipresente. Una nueva presión para ella. Pero las condiciones físicas privilegiadas de la siete veces campeona olímpica se impusieron a todo en París.
Gigante como atleta
— Una mujer sufrida
Biles guió a EU al título por equipos, ganó el concurso completo y también las finales de salto. Plata en suelo y final en barra. Ocho años después de Río 2016, ya con 27 y con el peso de todo lo vivido en los últimos años.