Uno de los puntos más débiles que históricamente ha tenido el deporte dominicano, ha sido la falta de mantenimiento de toda la infraestructura, producto en gran medida a la irresponsabilidad de las autoridades y la dirigencia, que se han hecho los sordos y ciegos.
No es un secreto, que para lograr que los gobiernos construyan obras de ese tipo, se ha tenido que luchar a brazos partidos.
Pero resulta que cuando se logra el objetivo, de tener una obra, para darle el debido mantenimiento toda la dirigencia se hace de la vista gorda, lo que conlleva que al poco tiempo, para ponerlas en condiciones se tengan que invertir millones de pesos, muchas veces hasta el triple del costo original.
Una muestra reciente, la estamos viviendo con la reparaciones que se realizan con motivo de ser el país, sub-sede de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, San Salvador 2023, en el centro de ecuestre, pabellón de racquetbol, tiro al plato, la piscina olímpica, hockey sobre césped y canotaje, entre otras.
Lo mismo ocurre con los polideportivos y multiusos, diseminados en toda la geografía nacional, donde ni siquiera los ayuntamientos hacen la mínima inversión para mantenerlos en condiciones, con el objetivo de que sus jóvenes puedan utilizarlos adecuadamente.
Es una triste realidad, que debe causar una afrenta para todos aquellos que se auto definen como líderes deportivos en sus comunidades.
Esa desidia con las instalaciones también ocurre en los centros públicos escolares, donde la mayoría de las canchas están deterioradas.
Hay que felicitar al ministerio de Deportes y al Instituto Nacional de Educación Física, que en los últimos meses realizan un arduo trabajo para poner esas infrastructuras en condiciones.