Columna levantada en el centro del pueblo a la memoria de Juan Sánchez Ramírez; los cañones serían de la época, 1808-09. En los árboles véase nidos de la cigua palmera, que al urbanizarse los arma hasta en los postes del tendido eléctrico.
Santo Domingo.-En vista de que el turismo como negocio ha pasado a ser la niña bonita de la actividad económica en el país, todos quieren tener su parte en las inversiones que propicia y en el dinamismo material que lo acompaña.
Una de las comunidades del Este a la que todavía no llegan los turistas locales ni extranjeros, El Seibo, espera inversiones públicas que le permitan montarse en el camión, pero un recorrido en busca de los atractivos por los que viajan de Europa, Asia y Norteamérica cientos de miles de personas hasta Santo Domingo, deja al buscador con las manos vacías.
Las playas están en la parte sur de la bahía de Samaná, a donde llega la provincia, pero el municipio cabecera está bloqueado por la sierra, en la que pudiera estar la oportunidad para conquistar a los turistas, para ello, sin embargo, tendrían que ser puestas en valor algunas condiciones presentes en la montaña, atravesada por una hermosa carretera acaso aprovechable para el turismo de aventuras extremas, dormir en lo alto y escaparse del mundanal ruido.
El sector privado
Para la explotación de este tipo de turismo no se necesitan grandes inversiones del gobierno, más bien iniciativas de los particulares, que tendrían que ponerse creativos, sacar el dinero de las caletas y convencer a la banca de que puede ser rentable hacer estas inversiones.
El gobierno, desde luego, tendría que ponerse colaborador con los seibanos, a los que debería de acompañarlos para la construcción de cabañas y restaurantes en las cumbres de esta parte de la Sierra del Este sin perjuicio de la cubierta boscosa, que sería parte del atractivo.
El turismo interno, sin dudas, apoyaría una iniciativa de este tipo si se demuestra que es posible la convivencia entre la naturaleza y los negocios. Tal vez una prueba de que es posible la han dado decenas de variedades de aves que se han ido con los campesinos a los pueblos, entre ellos Santa Cruz de El Seibo, en los que se han acostumbrado a los cables del tendido eléctrico y telefónico, a las luces de los vehículos, al bullicio de los altoparlantes y al alumbrado público.
Otra veta que puede ser aprovechada por los seibanos es la producción agropecuaria de calidad, la piscicultura y la crianza de aves de corral, pulpa de frutas tropicales y vegetales bajo ambiente controlado para suplir necesidades de las áreas costeras, particularmente Miches, que los demandará cuando sea un atractivo punto al que quieran ir cientos de miles de personas de todo el mundo.
La historia
Para el turista local, El Seibo tiene también su historia, conectada con grandes acontecimientos nacionales, como la guerra por la reincorporación a España (1808-09), El Prado y su conexión con la guerra por la separación de Haití en 1844 y la anexión a España en 1861, una iglesia de la era colonial y, desde luego, el pru y cómo llegó a ser el mabí de hoy.
Desde luego, el gobierno tiene que hacer su parte, como terminar un hospital que al parecer se construía sin contrato y se le tiene miedo a los cómplices, así como rehabilitar el sistema para la colección y tratamiento de las aguas servidas.
Caña y ganado
A El Seibo se le incluye en la lista de las provincias más pobres del país. Entre las causas de esta pobreza está la caña de Azúcar, que ocupa grandes extensiones de tierras que acaso no soportarían otros cultivos, pero que es procesada en un ingenio azucarero de La Romana.
Otras grandes extensiones están dedicadas a la ganadería, que como los cañaverales, enriquecen a los dueños, pero no generan actividad económica significativa alrededor.
Oportunidades
—1— Ruta histórica
El turismo cultural tiene una oportunidad, con Sánchez Ramírez y con Santana desde El Prado y Palo Hincado.
—2— La tradición
Dominicano como el mabí. A El Seibo se le identifica con esta bebida, puede aprovecharse.
—3— Temático
Una línea particular del mabí tiene un parque dedicado.