Radbruch consideraba que “por seguridad jurídica debe prevalecer la ley, pero cuando la ley es insoportable por injusta, ha de ceder ante la justicia porque el derecho extremadamente injusto no es derecho”.
Siempre he señalado el peligro de aprobar normas que violan derechos fundamentales y de tratar de legitimar prácticas injustas. Pero, hay legisladores que las aprueban, como el Código Penal, con violaciones a los derechos reproductivos de las mujeres y derechos de determinadas minorías.
También he criticado las fórmulas salvadoras de la seguridad ciudadana, con los permisos sociales y estatales para las muertes de “delincuentes” en “intercambios de disparos”. Me he opuesto a emplear la norma penal como única solución para la delincuencia. A esta se acude como último recurso.
Están vedadas, constitucionalmente, las sanciones de prisión excesivas y las que impidan la reeducación y reinserción social de los condenados, pero se aprueban y más que servir de dique de contención a los excesos del Estado, constituyen solo una herramienta persuasiva para no delinquir.
Son muchos los ejemplos de graves injusticias. ¿Por qué hay leyes?, ¿para qué son las leyes?, ¿para el orden social? Son para proteger los derechos de las personas, porque no se puede confiar en el gobierno, por justicia.
Pero, dado que la verdad y la justicia nos conciernen a todos, para evitar que la injusticia sea contra mí, debo reclamar y defender las leyes y prácticas justas para los demás.
Es nuestro deber estar ahí para los demás, hablar por los demás cuando ellos no pueden. Tenemos que emplear el poder de nuestra voz, para enseñar a pensar de forma crítica, a capacitarnos para defender lo que es correcto, aunque signifique ir en contra de lo que hacen los demás. Y esto no espera, debe comenzar ya.
La norma y la actuación injustas no son derecho y no da lugar más que a su expulsión del ordenamiento jurídico y administrativo. Para esto tenemos el Tribunal Constitucional y a todos nos concierne, porque un día podremos sufrir las consecuencias de la injusticia.
Por más que los legisladores decidan aprobar un Código Penal con normas injustas, les recuerdo que la injusticia no es derecho, porque la razón de ser de las normas y del derecho es la justicia.